La BBC niega las acusaciones de sesgo institucional pero reconoce que se equivocó en el escándalo del discurso de Trump
El daño reputacional a la BBC tras el escándalo por la modificación de un discurso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sigue coleando semanas después. El máximo responsable de la corporación, Samir Shah, ha reconocido este lunes que el ente debería haber abordado esta cuestión mucho antes de que saliera a la luz y se ha comprometido a realizar cambios para garantizar una respuesta mucho más rápida ante cualquier sospecha de parcialidad en el futuro. “Deberíamos haber insistido más en ese momento y haberlo investigado en detalle”, ha asegurado.
[–>[–>[–>Shah se ha sometido a las preguntas de los miembros del comité de Cultura de la Cámara de los Comunes, junto a otros miembros destacados de la corporación. Entre ellos Michael Prescott, el exasesor independiente que denunció el presunto sesgo informativo de la cadena en varios asuntos, incluido el debate sobre los derechos de las personas trans o la figura de Trump. El documento interno redactado por Prescott, filtrado posteriormente a la prensa, provocó la dimisión del director general de la corporación, Tim Davie, y de la jefa de informativos, Deborah Turness, abriendo una crisis institucional que sigue abierta todavía.
[–> [–>[–>El exasesor había guardado silencio hasta ahora, algo que había elevado la expectación por su intervención ante los diputados este lunes. Pero lejos de cargar contra la presunta parcialidad de la BBC, Prescott ha hecho una defensa de la corporación y ha negado que esté sesgada institucionalmente. “Mi desacuerdo con la BBC se refiere a la rigurosidad con la que toma medidas en el ámbito de las normas editoriales”, ha asegurado el periodista. El problema, ha remarcado, reside en las dificultades que tiene la corporación para reconocer sus propios errores y en la lentitud a la hora de tomar medidas para corregirlos.
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Opiniones enfrentadas
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El escándalo sobre la modificación del discurso de Trump creó dos opiniones enfrentadas: por un lado, los que consideran que la BBC tiene un sesgo ideológico de izquierdas y, por el otro, los que opinan que el ente está siendo atacado por representantes de los sectores más radicales del espectro político, tanto dentro como fuera del Reino Unido, para debilitar su prestigio y ganar la batalla informativa. Los representantes del segundo grupo han puesto el foco en Prescott y en sus vínculos con Robbie Gibbs, miembro no ejecutivo de la junta directiva de la BBC y jefe de comunicación del Gobierno conservador durante el mandato de Theresa May, a los que han acusado de urdir un “golpe” contra la dirección.
[–>[–>[–>Pero tanto Prescott como Gibbs, otro de los comparecientes este lunes, han negado tener ningún interés en dañar a la institución ni tampoco en lograr la caída de los dimitidos Davie y Turness. El propio Prescott se ha definido como un hombre de centro y ha defendido la gestión de Davie ante el comité, mientras que Gibbs ha calificado de “ridículas” las acusaciones. “Quiero que se me defina principalmente por mi compromiso con la BBC, no por los dos años que trabajé para Theresa May”, ha asegurado. “Tengo amigos de todos los colores políticos. Soy imparcial hasta la médula”.
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Futuro incierto
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Las opiniones enfrentadas en el escándalo de la BBC son un reflejo de los puntos de vista dispares que los británicos tienen de la corporación. Según una encuesta reciente publicada por el centro demoscópico YouGov, un 31% de la población en el Reino Unido considera que el ente está sesgado hacia ideas de izquierdas, mientras que un 19% señala que el sesgo es hacia opiniones de derechas.
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[–>Shah ha abierto la puerta a realizar cambios en la estructura organizativa de la BBC para evitar que se cometan episodios de este tipo en el futuro, pero el daño reputacional es cada vez mayor, así como la desconfianza del público hacia sus contenidos. Esta pérdida de confianza se ha producido en un momento determinante para el futuro de la corporación, la cual ha experimentado un descenso en los últimos años de sus ingresos, procedentes principalmente de las cuotas de 174 libras anuales abonadas por los hogares. El Gobierno laborista ha anunciado que revisará este modelo de financiación en un contexto de “revolución en el panorama mediático” que ha “polarizado y fragmentado” el debate nacional.
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