la ciudad con miedo al moco marino

Las olas llegaron a la orilla blancas, pegajosas, y llenas de mugre. Ocurrió en primavera de 2021, y Estambul se puso en alerta máxima: la orilla norte del mar de Mármara —la que da a la gran metrópolis turca— se llenó de una viscosidad a primera vista impenetrable.
Era moco marino, y la señal de un peligro enorme: este moco es el resultante de una superpoblación masiva de plancton acuático, y un síntoma de una enfermedad del mar cuyos efectos son globales pero en Estambul, la mayor ciudad de Europa, son mucho más evidentes. El moco marino aparece por el sobrecalentamiento del agua del mar pero, sobre todo, por la contaminación de las aguas.
En esa ocasión, la crisis fue solucionada, y el gobierno y el ayuntamiento pasaron la escoba en la superficie del mar y escondieron —porque no solucionaron— el moco debajo de la alfombra. Esta primavera de 2025, sin embargo, el fantasma del pasado vuelve a acechar a la gran ciudad turca. Y esta vez, según los expertos, el impacto podría ser mucho mayor.
Catástrofe ambiental
“Este invierno se esparció por todo el Mármara en tan solo un mes. Está en todos lados, y si se pone la cabeza bajo del agua en este mar, lo único que se puede ver es el moco. Estamos ante una catástrofe medioambiental enorme”, explica Mustafa Sari, profesor de la Universidad del 17 de Setiembre de Bandirma, que durante los últimos meses ha estado realizando expediciones de submarinismo y documentando el avance del moco marino.
A diferencia de 2021, esta vez el moco aún no ha llegado a la superficie, y se concentra, sobre todo, en el fondo marino. Con la llegada del calor, sin embargo, se espera que la viscosidad llegue a las capas superiores del agua y, con ello, a las orillas de Estambul.
“El mar de Mármara ya no puede ser catalogado como un mar… ha sido convertido en un pozo de basura. Y el moco es una muestra de ello”, continúa Sari. Este mar, el más pequeño del mundo, no solo alberga las orillas de Estambul, sino de otras localidades industriales en Turquía, donde el tratamiento del agua residual y el reciclaje son anecdóticos. En total, los desechos de más de 26 millones de personas van a morir en este mar, que desemboca al mar Negro al norte —a través del estrecho del Bósforo— y al mar Egeo en el suroeste, a través del estrecho de los Dardanelos.
Impacto social
La aparición y enorme expansión del moco marino extrae gran parte el oxígeno del mar, y ahoga a las algas y corales marinos del fondo, condenados a una muerte lenta bajo el abrazo pegajoso de la viscosidad. Pero hay más: los peces, ante la caída de la calidad del agua y la falta de alimento, emigran y se marchan. Algunos peces, atrapados por el moho, mueren asfixiados. A pesar de que el moco no haya llegado aún esta primavera en la orilla de Estambul, los pescadores de la ciudad notan ya sus efectos.
“La expansión del moco marino este invierno se está convirtiendo en un problema severo para los pescadores, cultivadores de moluscos y piscicultores —explica en un comunicado la Cooperativa de Pescadores de Çanakkale, la región más al oeste del mar de Mármara—. Las capas de esta sustancia, en algunos lugares, llegan hasta 90 metros de profundidad, y han alcanzado los Dardanelos y la frontera con Grecia”.
“La pesca, en esta época del año, se basa sobre todo en calamar y otros tipos de pescado, y se usan tipos especiales de red. Pero cuando los pescadores tiran la red, el moco la cubre. Si antes se tenía como objetivo pescar 100 kilos de pescado, ahora se consiguen apenas uno, dos o cinco como mucho. Y esto no incluye el gran coste de tiempo que significa limpiar las redes de moco tras la jornada”, continúa la asociación.
Una solución lejana
Ya en 2021, el Gobierno turco estableció un plan para frenar el moco marino, y anunció inspecciones y multas a cerca de 2.000 fábricas en toda la región. Pero los expertos aseguran que el problema sigue, y que cerca de la mitad del agua residual lanzada al mar de Mármara no es tratada ni reciclada.
“Las acumulaciones de moco marino en distintas profundidades indican sobre todo una gran contaminación y la presencia de agua de cloacas sin tratar. Son necesarias soluciones a largo plazo, como una mejora de las plantas de tratamiento de aguas residuales y un mejor control de población”, aseguró este diciembre, en una reunión del Comité Técnico y Científico para el Moco Marino, convocada en Ankara, el profesor de la Universidad de Kocaeli, Halik Aytekin Ergul.
“La enorme densidad de la población y el agua residual sin tratar son los grandes contribuidores de esta crisis. Necesitamos medidas urgentes para salvar el mar de Mármara”, continuó el profesor. Para este año, sin embargo, las medidas ya llegan tarde.
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