La nueva serie de Netflix, una operación de película
Cada vez que encendemos la televisión nos enfrentamos a una Paisaje casi infinito de contenidos y plataformas.toda una fauna, desde servicios globales como Netflix, Disney+, Amazon Prime, HBO, Apple TV+ o Paramount+, hasta plataformas de nicho, donde el espectador medio puede tener acceso a una amplia gama de contenidos en streaming, sin contar las tradicionales aplicaciones de TV, deportes o canales FAST.
El resultado es un ecosistema fragmentado, redundante y saturado lo que tiene consecuencias muy visibles porque pasamos más tiempo decidiendo qué ver que viendo algo, la famosa parálisis por elección que se ha convertido en parte del ritual nocturno y, si dejamos una película a mitad de camino, no recordamos en qué plataforma la estábamos viendo. De hecho, cada vez más personas, frustradas por menús interminables, recomendaciones irrelevantes o por la simple sensación de agobiarse, acaban apagando la televisión sin haber elegido nada. Paradójicamente, nunca hemos tenido tanto contenido y nunca ha sido tan difícil encontrar algo que queramos ver.
Esta sobreabundancia explica por qué, sí o sí, La industria se encamina hacia una fase de consolidación en la que sólo podrán sobrevivir los jugadores capaces de integrar amplios catálogos, marcas potentes y nuevas experiencias.. Aquí es donde el reciente intento de compra de Warner Bros por parte de Netflixun hecho que marca un punto de inflexión en la industria del entretenimiento en la que Netflix ha sido el motor de grandes transformaciones en los gigantes de Hollywood y ahora inicia la mayor operación de consolidación desde la adquisición de Fox por parte de Disney en 2019. Pero lo que realmente hace de esta transacción un hecho histórico no es solo su tamaño, sino su importancia estratégica, ya que Netflix ya no compite únicamente por suscriptores, sino por convertirse en un ecosistema integral de contenidos, capaz de controlar la producción, distribución y monetización a nivel global.
Así, en un sector saturado, con múltiples plataformas peleando por la atención del espectador y con costes de contenidos disparados, la adquisición de Warner supone una maniobra quirúrgica ya que aporta algo que Netflix no tiene, la propiedad intelectual perdurable, de DC a Harry Potter, pasando por HBO y su prestigio creativo. Estas marcas reducen la dependencia de Netflix de un modelo basado en éxitos impredecibles y le permiten competir con Disney en el área donde más le faltaba: las franquicias.
Salto cualitativo
A esta dimensión creativa se suma una ventaja industrial decisiva, ya que Netflix pasaría de ser una plataforma sin estudios propios relevantes a controlar uno de los mayores dispositivos de producción del planetalo que implica eficiencia operativa, reducción de costos y control total del proceso, desde la idea hasta la sala de cine o la pantalla del móvil. Por primera vez, Netflix puede pensar en estrenos globales simultáneos, explotación cinematográfica y licencias de merchandising sin depender de terceros.
Además, este movimiento también tiene una lectura comercial al permitir Netflix puede competir seriamente con Amazon, Disney y YouTube en el mercado publicitario Pues la clave no está sólo en captar suscriptores, sino en absorber una mayor parte del tiempo de atención, que es la verdadera moneda del entretenimiento.
Pero no todo son ventajas porque Netflix es sinónimo de agilidad y cultura de datos mientras que Warner tiene estructuras pesadas, uniones complejas y una historia creativa que muchas veces choca con la disciplina algorítmica, aparte de Pasivos financieros significativos y contratos que limitan la libertad estratégica.todo supervisado por la lupa regulatoria de Estados Unidos y Europa.
La gran pregunta es saber hacia dónde va la industria y todo apunta a un sector dominado por tres o cuatro empresas globalescon amplios catálogos, marcas icónicas y presencia simultánea en cine, streaming y gaming, donde la rentabilidad, la integración vertical y la capacidad de explotar franquicias en el largo plazo son los reyes.
Paramount sabe que, si no triunfa en la opa hostil sobre Warner, acabará devorada en no más de dos años.
En esta línea, como en el juego de la silla, el último en posicionarse puede desaparecer y por eso, en paralelo a este terremoto corporativo, Paramount surge buscando su silla libre, teniendo en cuenta que es el último gran estudio clásico que queda disponible para alianzas, fusiones o adquisiciones. Está claro que no puede competir sola porque carece de la escala necesaria, por lo que, para Paramount, esta operación de Netflix es a la vez una amenaza y una oportunidad. Amenaza, porque la consolidación la deja aislada de los gigantes que controlan miles de horas de contenido y distribución global. Oportunidad, porque aumenta su atractivo para Sony, Comcast, Apple o cualquier actor que busque fortalecerse ante la nueva estructura industrial.
El entretenimiento del futuro no se construirá plataforma por plataforma, sino ecosistema por ecosistema. Y en este nuevo mapa, todo un mundo saturado de pantallas, la verdadera batalla ya no es producir más sino mantener la atención del espectador.
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