Los incendios arrasan la Patagonia argentina frente a la indiferencia del Gobierno de Milei
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Argentina tiene su versión patagónica de los incendios que devastaron parte de Los Ángeles. Los bosques del sur arden en medio de llamas que se propagan a gran velocidad y que, según reportes oficiales, han devorado más de 25.000 hectáreas. El fuego ha provocado un muerto y destruido más de 200 casas. Fueron evacuadas cerca de 1.000 personas en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut. Todo puede empeorar. De acuerdo con Greenpeace Argentina, la superficie arrasada sería tres veces superior al saldo de la temporada pasada. «Estamos sufriendo un ecocidio. La crisis climática exige prepararse para un aumento de los incendios forestales. La dirigencia política debe dejar de subestimar esta situación», dijo Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace. Recordó que el 95% de los casos se produce por acción humana, la sequía derivada del deterioro ambiental, y la acción del viento.
Una de las zonas más afectadas por las altas temperaturas es el Valle Magdalena del Parque Nacional Lanín, a 1.500 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, donde más de 5.000 hectáreas de bosque han sido fagocitadas. La secretaria de Emergencias y Gestión de Riegos de la provincia neuquina, Luciana Ortiz Luna, reconoció que la situación tiende a empeorar. La Coordinación Única de Operaciones (CUO) activó el miércoles por la tarde una alerta roja para convocar a bomberos del centro del país en auxilio de los brigadistas que han sido movilizados a los focos más conflictivos y que no dan abasto. «La gente que está en el lugar está al límite de su capacidad operativa y física», dijo Gustavo Nicola, director nacional del CUO.
El Parque Nacional Nahuel Huapi se encuentra 1.577 kilómetros al sur de la capital argentina y es uno de los tesoros forestales de este país. Los incendios comenzaron a finales de diciembre pasado y han comprometido a 10.700 hectáreas. «Su recuperación puede demorarse 200 años, lo mismo que en el Lanín», señaló Giardini. La ciudad de El Bolsón, en la provincia de Río Negro, ha sido durante décadas una referencia de las comunidades hippies. También un importante destino turístico al que se accede después de viajar 1.700 kilómetros a través de paisajes deslumbrantes. Ariel Pérez, jefe del operativo de lucha contra el fuego en esa localidad reconoció que los focos permanecen «muy activos». En Epuyén, las llamas destruyeron 3500 hectáreas mientras que en la provincia de Chubut, cerca de la comuna de Atilio Viglione se han dado por perdidas 3.200 hectáreas.
Negacionismo climático
Los incendios coinciden con la declarada intención del Gobierno del ultraderechista Javier Milei de abandonar el Acuerdo de París sobre el cambio climático. El ambientalismo es para el anarcocapitalista parte de la cultura ‘woke’ o una manera de socialismo encubierto que debe ser considerada un «virus» a erradicar, como expresó semanas atrás en Davos. La única respuesta a los siniestros, sostienen ambientalistas y organismos de derechos humanos, ha sido desatar una «caza de brujas» que derivó en la detención de tres reconocidos brigadistas a los cuales se intenta responsabilizar de las primeras chispas. Decenas de vecinos de la Comarca Andina salieron en su defensa y fueron reprimidos por la policía cuando se acercaron a la comisaría de El Bolsón.
Greenpeace insiste: «Argentina está en emergencia forestal. Es evidente que las multas no son suficientes para desalentar tanto a los incendios como a los desmontes, por lo que consideramos que en forma urgente se debe prohibir y penalizar la destrucción de bosques nativos». Continuar con la destrucción de bosques «significa más cambio climático; más desaparición de especies; más inundaciones; más desertificación; más desalojos de comunidades campesinas e indígenas; más pérdida de alimentos, maderas y medicinas; y más enfermedades».
Destrucción de los organismos de prevención
Maristella Svampa es una socióloga y ambientalista de reconocimiento internacional. Para la autora de El colapso ecológico ya llegó, coescrito con el abogado Enrique Viale, a la Administración Milei no le interesan los grandes incendios y los deja de lado en su agenda porque percibe que no paga ningún precio político ante la población. El anarcocapitalista, quien meses atrás se consideró un «topo» que destruye el Estado desde adentro, ha obrado en consecuencia en lo que respecta a las políticas preventivas en cuestiones derivadas del cambio climático. Ha aplicado un riguroso ajuste en un Servicio Meteorológico conocido por la capacitación de su plantilla, le quitó financiación al Servicio Nacional de Manejo del Fuego y, además, lo colocó en la órbita del Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich. «En lugar de estar planificando cómo activar las alertas tempranas que servirían para controlar la propagación de focos de incendios, sean o no intencionales, se reduce el personal científico y de defensa civil. El Gobierno los someta a la angustia de la precariedad laboral permanente, con la amenaza de despidos o represalias si se atreven a hablar de cambio climático», dice Svampa a EL PERIÓDICO.
Bullrich ocupó el mismo cargo durante el Gobierno del magnate Mauricio Macri (2015-19), oportunidad en la que llevó a adelante una intensa campaña de desprestigio de las comunidades originarias mapuches, a las que ha intentado asociar en su momento con incendios. Una década atrás y en la actualidad muchos brigadistas y voluntarios son parte de esa comunidad puesta bajo sospecha. «El Gobierno propaga racismo anti-indígena que enciende la mecha del odio y da pie a toda suerte de teoría conspirativa», sostiene Svampa.
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