Nos gusta lo que hacemos y dónde lo hacemos
Álvaro Platero (Castropol, 1960) es el presidente y único accionista de Astilleros Gondán, compañía familiar asturiana que construye barcos de última generación desde Figueras (Castropol). En esta entrevista admite que ya piensa en el retiro, pero a largo plazo. También muestra orgullo por triunfar desde Asturias.
[–>[–>[–>[–>[–>[–>¿Cómo se explica que desde un pequeño pueblo de Asturias Gondán sea una referencia internacional en construcción naval?
[–> [–>[–>Es sorprendente y complicado a la vez. Hay que remontarse muy atrás: en la ría del Eo se hacen barcos desde el siglo XVI. Mi bisabuelo y mi abuelo ya hacían barcos allí, y de ahí viene el origen del astillero. Con el tiempo, el astillero fue creciendo, hacíamos barcos cada vez más sofisticados y tecnológicamente avanzados. Empezamos con pesqueros, pero cuando la pesca en España se vino abajo, tuvimos que reinventarnos y pasamos a hacer otro tipo de barcos, como los offshore y remolcadores.
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Ese cambio llegó en torno al año 2000.
[–>[–>[–>Sí. O incluso algo antes. Yo entré en el astillero en 1987 y ya se notaba la caída del sector pesquero. Sobre los 2000 apostamos por el offshore (barcos de apoyo). Fue un proceso continuo e imparable, y cada vez fuimos haciendo barcos más complejos y con más tecnología.
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¿Fue difícil ese viraje de rumbo?
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[–>Fue un proceso progresivo. Nos fuimos modernizando, ampliando el astillero, aplicando nuevas tecnologías y sistemas. Yo estuve 20 años trabajando muy de cerca hasta tener control de todo. También renovamos el equipo directivo y técnico. No fue un cambio de un día para otro.
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Hoy hacen barcos de gran innovación tecnológica.
[–>[–>[–>Sí, trabajamos con sistemas de bajas emisiones, barcos que consumen hidrógeno, gas natural o metanol, y algunos que funcionan con amoníaco. Incluso barcos no tripulados. Estamos siempre en la vanguardia, y muchas veces desarrollamos soluciones que se aplican por primera vez en el mundo. Nos hemos especializado en barcos complicados y a medida, y eso nos ha hecho una referencia mundial.
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¿Se plantearon abandonar la ría del Eo?
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Lo pensamos, sí. Estudiamos opciones en Gijón, Vigo e incluso en el País Vasco, pero ninguna acabó saliendo adelante. Solo ampliamos la parte de fibra cerca de Barres, en Castropol.
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¿El astillero se queda pequeño?
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Sí, siempre. Tenemos limitaciones de calado, eslora, manga y hasta de altura por el puente. Pero nos hemos adaptado a la orografía y hemos hecho barcos de hasta 120 metros. Hemos convertido la necesidad en virtud.
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¿Ser una empresa en un pueblo pequeño cambia la forma de trabajar?
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Absolutamente. Donde estamos es difícil conseguir gente, pero hay mucha tradición naval. Hay familias con tres generaciones trabajando en el astillero. Esa cultura de territorio hace que la gente sienta el trabajo como algo propio. Cuando hay un problema, los de aquí son los primeros en estar al pie del cañón.
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También supone una gran responsabilidad.
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Sí. Conoces a las familias y eso te implica más. Además, un astillero no se puede mover: necesitas estar junto al agua, tener licencias y estructura. Tenemos mucho apego al territorio y, además, vivimos en un sitio espectacular. Nos gusta lo que hacemos y dónde lo hacemos.
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¿Ustedes son la prueba de que en Asturias se hacen cosas bien?
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En Asturias se hacen muchas cosas muy bien. Fui vicepresidente de FADE y descubrí un montón de empresas excelentes que no conocía. Lo que pasa es que no nos vendemos lo suficiente. Hay empresas asturianas líderes mundiales, aunque muchas veces se las conoce más fuera que dentro.
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¿Cómo está actualmente la industria naval?
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En general, bastante bien. Como en todo, hay quien va mejor y quien va peor, pero el sector está en buen momento. Siempre hay retos, claro, pero estamos en una fase positiva.
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¿Piensa ya en el relevo generacional?
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Sí, a largo plazo. Mi hijo ya está integrado, y mis hijas terminarán sus estudios pronto. La idea es hacer una transición lenta y tranquila, sin que se note el cambio de generación. Yo seguiré ahí para lo que necesiten, pero hay que dejar paso a los jóvenes, que vienen con conocimientos y ganas.
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¿Se siente reflejado en su hijo?
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Tengo mucha suerte. Desde pequeño ha vivido el astillero y lo conoce bien. Le gusta y lo domina. Le falta experiencia, claro, pero eso llega con los años. Además, tenemos un equipo fantástico y está muy integrado. Seguro que lo hace incluso mejor que nosotros.
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Desde que tomó las riendas, ¿de qué se siente más orgulloso?
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De la evolución del astillero. Los barcos son motivo de orgullo, pero se van. Lo que queda es el propio astillero, su crecimiento y su modernización. Eso fue un trabajo en el que me involucré mucho, más que en la construcción de barcos concretos.
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¿Cuánto tiempo lleva construir un barco?
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Depende. El más grande que hicimos tardó casi tres años. Lo normal es entre año y medio y dos años, según el tipo. Son procesos largos y complejos, y muchas veces construimos varios barcos a la vez.
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¿Los plazos son un problema habitual?
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Siempre. Todo el mundo quiere el barco para mañana. Pero dependemos de los proveedores: los motores o equipos específicos no están en stock, se fabrican para cada barco. Los plazos muchas veces dependen de esos suministros.
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Si pudiera pedir algo a los políticos, ¿qué sería?
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Que pongan menos trabas burocráticas y no nos penalicen fiscalmente por estar aquí. Tenemos más carga fiscal que otras comunidades, y eso no es justo. Además, llevamos 40 años con el problema del dragado de la ría. Lo hacemos nosotros, a nuestro coste, con una draga del Principado. Es algo que debería ser público, como asfaltar una carretera. Llevamos décadas pidiendo una solución.
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¿Cómo ve Asturias respecto a hace una década?
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La veo parecida a hace diez años. No sabría hacer un análisis profundo, porque estoy centrado en mi trabajo, pero no noto grandes diferencias.
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Cuando llegue su retiro, ¿cómo te gustaría ver la empresa?
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Como ahora, pero un poco más evolucionada. Con mis hijos al mando, el astillero modernizándose y con carga de trabajo. Una transición suave y natural sería lo ideal.
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¿Cuántas personas trabajan actualmente en al astillero?
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Depende del momento, pero entre 600 y 700 personas al día, contando personal propio y contratas.
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¿Barcos en pedido?
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Muchos. Hemos entregado diez barcos en Portugal, dos para Canarias y seis para offshore en Figueras. También uno para Escocia y otro multipropósito muy grande para trabajos offshore, además de patrulleras para Indonesia. Tenemos bastante carga de trabajo.
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