parece una serie postapocalíptica, pero es real
Lo que parecía la etapa de una serie post -apocalíptica como The Last of Us resultó ser una ciudad real, congelada en el tiempo desde los años 90. En medio de la densa vegetación de la región montañosa de Tochigi, el explorador urbano británico Luke Bradburn, Solo 28 años, se topó con Kinugawa OnsenUn enclave fantasma que desafía la lógica del abandono. Lo que encontró fue un paisaje surrealista: grandes hoteles alineados a orillas del río Kinugawa, con sus fachadas gastadas pero aún majestuosas, máquinas recreativas que aún parpadean en la penumbra y las habitaciones que conservan la disposición exacta que tuvieron en su último día de actividad. La escena, más que decadente, está inquietantemente intacta, como si el tiempo se hubiera detenido justo antes de que los últimos invitados hicieran el check-out.
Bradburn, originario de Manchester y apasionado por la exploración de espacios olvidados, estaba llevando a cabo una investigación documental sobre la zona de exclusión de Fukushima, cuando un desvío inesperado lo llevó a descubrir Kinugawa Onsen. Esta antigua ciudad térmica era, en ese momento, uno de los destinos más codiciados por el turismo nacional japonés, especialmente durante el auge económico de los años ochenta y principios de los noventa. Sin embargo, después del estallido de la burbuja financiera, el flujo de visitantes se redujo drásticamente, y los hoteles comenzaron a cerrar sus puertas una tras otra. El abandono no fue inmediato ni dramático, sino silencioso y gradual, dejando atrás un sello melancólico que hoy permanece casi intacto. El lugar fue atrapado en una especie de limbo legal y cultural, donde el olvido se convirtió en una forma de conservación.
Exploración de Bradburn Reveló interiores que desafían la lógica de deterioro. En muchos de los edificios, las camas todavía están hechas, los televisores de metro descansan en muebles polvorientos y los pasillos mantienen un ambiente de espera, como si el personal estuviera a punto de regresar a sus posiciones. En los pasillos, los carteles promocionales aún cuelgan excursiones locales, menús de temporada y anuncios de espectáculos nocturnos. Este nivel de preservación hace que Kinugawa sea un ejemplo vívido del fenómeno conocido como Haikyo, ruinas urbanas japonesas que fascinan a los exploradores y fotógrafos por igual.
La legislación japonesa, particularmente estricta en la propiedad inmobiliaria, ha jugado un papel crucial en la conservación involuntaria de estos espacios. Las leyes prohíben la demolición de edificios sin el consentimiento explícito de sus dueños, que ha generado una situación peculiar: muchos de los hoteles abandonados en Kinugawa Onsen todavía están en pie porque sus dueños han muerto sin dejar herederos legales o porque las propiedades están envueltas en acuerdos de herencia complejos.
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