PATRIMONIO Y CAMBIO CLIMÁTICO | El patrimonio histórico-artístico de España, bajo la amenaza del cambio climático
Inundaciones, riadas, incendios altamente destructivos, periodos prolongados de sequía, tormentas devastadoras… Los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes y más intensos, en especial en áreas tan expuestas a sus azotes como es la Península Ibérica. De hecho, desde un punto de vista global, la cuenca mediterránea es uno de los puntos que más preocupa por su alta vulnerabilidad a fenómenos meteorológicos extremos y a las consecuencias del calentamiento global. Basta con ver los estragos de la trágica dana que el 29 de octubre del año pasado arrasó Valencia, cuyo primer aniversario se cumplió hace apenas una semana. Y es que, aunque sin ninguna duda la pérdida de vidas humanas está a la cabeza en la lista de preocupaciones, los investigadores también empiezan a prestar atención a otros muchos bienes en peligro. Entre ellos, todos aquellos que conforman el patrimonio cultural.
[–>[–>[–>Las últimas estimaciones de la UNESCO señalan que uno de cada seis sitios culturales declarados Patrimonio Mundial están amenazados por el cambio climático. Es más, un estudio de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) alerta de que son millones los yacimientos arqueológicos que están en peligro por este motivo.
[–> [–>[–>El puente colgante de Portugalete o puente de Bizkaia, amenazado por el cambio climático / Picasa
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Hace apenas unos meses, Climate X, una empresa de análisis de datos de riesgo climático, elaboró un listado con los 50 lugares con la distinción de Patrimonio de la Humanidad que, de no hacer nada por impedirlo, correrán un riesgo extremo en el año 2050. Dos de ellos son españoles: el Parque Nacional de Doñana, por la sequía, y el puente de Vizcaya, asediado por el riesgo de inundaciones.
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Cinco ejes de actuación
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Por ello, los responsables del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) para el periodo comprendido entre 2021 y 2030 incluyeron en el documento un apartado específico para la conservación de estos bienes. Desde el punto de vista meramente teórico, y sin reparar en las sensibilidades propias de cada territorio, citan cinco áreas de interés, como son identificar los elementos más vulnerables y definir posibles estrategias de adaptación; incorporar las observaciones y proyecciones del cambio climático a los planes de conservación; recoger y transferir el conocimiento útil; fomentar un turismo cultural adaptado a un contexto de altas emisiones de carbono; y promover la cooperación internacional.
[–>[–>[–>De forma más específica, el texto enumera algunos de los efectos que son ya visibles. «Muchos bienes inmuebles situados cerca de la costa se ven afectados por la subida del nivel del mar (baterías de costa, recintos fortificados, conjuntos industriales pesqueros), las fluctuaciones del nivel freático afectan a la estabilidad estructural de edificios con interés histórico-cultural y el aumento de las temperaturas, sumado a los efectos de la contaminación atmosférica, provocan un incremento en los procesos de erosión física, química y mecánica», reza el informe.
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Catedral de Murcia / Shutterstock
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Los científicos han recogido el reto, como prueba el informe ‘Patrimonio cultural en riesgo. Retos de adaptación al cambio climático’, elaborado por expertos del CSIC. En él, sus autores sientan las bases para mitigar un problema que, tal y como admiten en el texto, «se ha incorporado recientemente al debate». Por lo que el camino por recorrer es aún largo.
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[–>En esencia, el patrimonio cultural afronta dos tipos de amenazas con orígenes bien distintos. Por un lado, los efectos directos de la actividad humana en un mundo industrializado y globalizado. En esta categoría se incluiría la urbanización, las grandes infraestructuras y la explotación económica intensiva de los recursos naturales. Y, por otro, los agentes ambientales y los efectos del cambio climático. Aquí entrarían en juego, entre otros muchos factores, la subida del nivel del mar o los eventos meteorológicos extremos.
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Las pinturas rupestres del arco mediterráneo están muy expuestas tanto al incremento de la radiación solar durante las olas de calor, como a las lluvias torrenciales
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Una de sus autoras es Sabina Asins, científica titular del CSIC en el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE) de la Universitat de València. «El patrimonio cultural se enfrenta a daños emocionales y simbólicos y a amenazas silenciosas, duraderas en el tiempo, como la alteración progresiva que pone en peligro, por ejemplo, las pinturas rupestres del arco mediterráneo, muy expuestas tanto al incremento de la radiación solar durante las cada vez más frecuentes olas de calor, como a los eventos de lluvias torrenciales. Estas amenazas derivadas del cambio climático inciden en el sentir individual y colectivo y provocan en el patrimonio cultural daños físicos, concretos y, a menudo, irreparables», apunta.
[–>[–>[–>Las soluciones
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La parte positiva es que aún hay tiempo para solucionar el problema. De hecho, los expertos aseguran que la mejor medicina es la prevención. «Todas las sociedades deben reforzar las medidas para atajar el calentamiento global», subraya Sabina Asins, que traza las líneas a seguir: «Un buen inicio sería adaptar las Evaluaciones de Impacto Patrimonial, recomendadas por ICOMOS, e incorporar epígrafes que contemplen las particularidades que el cambio climático está adoptando en cada territorio. Se hace necesario un trabajo previo de evaluación, un diagnóstico a escala local y de paisaje que incluya los riesgos potenciales, un análisis de vulnerabilidad y de la capacidad de adaptación del bien patrimonial y que permita desarrollar estrategias de monitorización y protección», indica, a la vez que defiende la necesidad de contar con fondos para la investigación.
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Acueducto de Segovia / cfcsl
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La organización World Monuments Fund dedica su trabajo a minimizar este problema. En España, sus investigadores han desarrollado proyectos en la catedral de Oviedo, el monasterio Santo Domingo el Antiguo de Toledo o en la Alhambra de Granada. Entre sus bases está la necesidad de poner el foco en la preservación y sus principales propuestas son la adaptación de jardines históricos a climas oscilantes y la construcción de una red global de sitios de patrimonio costero para compartir conocimientos relacionados con los desafíos derivados del aumento del nivel del mar, las marejadas ciclónicas y la erosión.
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La situación en España
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Pese a que las catástrofes naturales que afectan al patrimonio se suceden cada vez con más frecuencia (como la destrucción del paraje naturales de las Médulas, en León, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, tras los dramáticos incendios de este verano), en España, la mayoría de las comunidades autónomas aún están pendientes de incorporar en sus leyes apartados específicos para la mitigación del cambio climático. Los expertos abogan por fomentar la concienciación de la sociedad y la voluntad política.
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«Si preguntamos en cada municipio, tanto de la Península como de las islas, la comunidad local valora como únicos sus recursos patrimoniales. En mi entorno, destacaría como punto caliente el formidable conjunto de pinturas rupestres del arco mediterráneo, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, para las que se necesita especial protección, dada su exposición y vulnerabilidad. O los centenarios paisajes agrícolas de piedra seca, técnica tradicional que también ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en los que peligran los derrumbes y los desprendimientos por deslizamientos de la ladera, como consecuencia de las lluvias torrenciales», concluye Asins.
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ENTREVISTA. Javier Martínez, científico del Instituto Geológico y Minero de España
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«El viento o la lluvia deterioran más que las olas de calor»
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Javier Martínez es científico titular en el Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) y responsable del proyecto RESCUhE, un plan puesto en marcha para mejorar la resiliencia estructural del patrimonio histórico y cultural ante eventos hidrometeorológicos extremos que los amenazan.
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Javier Martinez / IGME
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-¿En qué punto está el proyecto RESCUhE?
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-Nos encontramos en el último año de ejecución y estamos cerrando algunas líneas de investigación después de cuatro años de trabajo.
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-¿A qué conclusiones han llegado?
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-El objetivo principal era enfocar el deterioro del patrimonio de una forma no homogénea, que es como se suele abordar. Nuestra propuesta es valorarlo en función del clima, de la orientación… Hay factores climáticos, como la temperatura, la humedad relativa o la cantidad de precipitación que no dependen de la orientación. Pero, por ejemplo, el viento sí, igual que la insolación o la lluvia dirigida.
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-Todo en un contexto de cambio climático.
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-Las borrascas y los vientos de alta intensidad o las precipitaciones con viento asociado son los fenómenos que con más frecuencia se van a ir repitiendo en el futuro. Estamos observando que son más agresivas de cara a la conservación del patrimonio. El viento o la lluvia generan mucho más deterioro que las olas de calor o los periodos de sequía con una baja humedad relativa.
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-¿En qué busca ayudar el proyecto RESCUhE?
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-Por ejemplo, para establecer un programa de conservación preventiva para una catedral. Es muy necesario conocer las condiciones climáticas a las que está expuesta, cuáles son las direcciones a las que con más intensidad azota el viento, la lluvia dirigida o la radiación solar.
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-También tienen en cuenta los materiales.
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-Eso lo complica todo un poco más. No todos responden de la misma forma al viento, la lluvia o el hielo. Cada material tiene más resistencia a unos procesos u otros. El que soporta bien el viento puede ser vulnerable al proceso de hielo-deshielo. A esto hay que sumar la agresividad del clima, cómo va a evolucionar en el futuro… Y hay que ver cuáles son las variables que más van a perjudicar a los materiales en función de sus características. No es lo mismo lo que ocurre en Valencia con las danas que lo que sucede con el hielo-deshielo que afecta a la catedral de Girona, por ejemplo.
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-¿Hay algún punto en España que preocupe de forma especial?
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-Todos tienen alguna variable problemática, pero no se puede generalizar. No se puede decir, por ejemplo, que con el cambio climático los vientos van a ser más intensos, porque hemos detectado que en algunas direcciones van a tener menor frecuencia. En paralelo, en el Levante, el sur y el sureste de la Península Ibérica se va a registrar un incremento del viento y la lluvia dirigida.
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