Petro enfila su último año de presidencia en Colombia con el logro de reducir la pobreza y el fracaso de su plan de «paz total»
El 8 de agosto de 2022, Gustavo Petro asumió la presidencia con la promesa de cambiar el rostro de una sufrida Colombia. El hombre que en sus días de guerrillero se hacía llamara Aureliano, un secreto homenaje a la literatura y, en particular al coronel Aureliano Buendía, el personaje de la novela señera de Gabriel García Márquez, se mira hoy frente al espejo de las realizaciones de estos tres años. Encuentra una realidad que no se asemeja a sus augurios optimistas. Tampoco su gestión tuvo la marca del desastre que pronosticaba la derecha. Petro entra al último año de su Gobierno con una valoración del 35%. Ha perdido más de tres puntos tras el intento de asesinato del senador de derechas, Miguel Uribe, el pasado 8 de junio, de acuerdo con la consultora Invamer. No le han beneficiado tampoco los roces con su exministro de Exteriores Álvaro Leyba y la vicepresidenta, Florencia Márquez. Con ese capital debe contribuir a la continuidad de la izquierda en el poder a partir de 2026. Todavía el oficialismo no tiene candidato.
Petro puede exhibir logros, pero también inocultables derrotas. El exintegrante del M-19 asumió con una pobreza del 40%. La situación social, agravada durante la pandemia, fue el combustible del estallido social que debilitó al presidente Iván Duque y creó las condiciones para que la izquierda llegara al Palacio Nariño. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en 2024 había en ese país un 8% menos de pobres. Este año, el mismo organismo informó que un 28,6% de ciudadanos se encuentran en esa condición. «Esta reducción es quizás uno de los logros más importantes de la actual administración», dijo Petro. Reivindicó el aumento en casi un 50% del salario mínimo en tres años y el descenso del costo de la vida. «Hemos reducido la inflación (anual) a 4,82%. ¿Qué les puedo decir? Que hemos tenido un éxito y enorme«. El presidente reconoció no obstante que la brecha entre los que más y menos tienen no se ha modificado sustancialmente. La economía creció 0,6% en 2023, un 1,7% en 2024 y un 2,7% durante el primer trimestre de 2025.
El presidente ha gobernado sin un predominio en el Congreso que le ha creado problemas para llevar a cabo sus ambiciosas reformas del sistema sanitario y el mercado laboral. En medio de esas dificultades busca también una ambiciosa reforma tributaria. Ha tendido la mano a los adversarios y se endureció. Intentó incluir a sectores moderados en su gabinete y no pudo superar las desavenencias al punto de que ha tenido 58 ministros, un número indicativo de la inestabilidad política al interior de la coalición oficial. Para el portal ‘La silla vacía’, Petro puede adjudicarse una victoria personal en las mejoras del sector agropecuario, aunque el crecimiento de la actividad del sector no se explica solamente por las políticas públicas.
Le ha tocado normalizar los complejos vínculos con Venezuela sin reconocer abiertamente la victoria electoral de Nicolás Maduro en 2024. Sus esfuerzos personales en favor de una negociación entre el Palacio de Miraflores y la oposición del vecino país nunca llegaron a buen puerto. El presidente ha tenido a su vez que lidiar con la administración de Donald Trump, que no ha dejado de demonizarlo ya sea por la cuestión migratoria o por los efuerzos del Gobierno de reducir la dependencia económica de los Estados Unidos mirando hacia los BRICS.
La «paz total»
Durante su toma de posesión, Petro aseguró que las generaciones venideras recordarán al Gobierno de izquierdas como el de «la vida» y «la paz total». Al hablar hace tres semanas ante el Congreso, Petro reconoció esa distancia entre los anhelos y un presente marcado por claroscuros. Se ha intentado que abandonen las armas el ELN, la guerrilla de corte guevarista que se encuentra operativa desde mediados de los años 60, las disidencias de las FARC que no firmaron el acuerdo de finalización del conflicto armado en 2026. El Ejecutivo se sentó a conversar con el Clan del Golfo o Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), una formación en la que convergieron ultraderechistas y narcos, así como otras bandas menores. Otty Patiño, un exintegrante del M-19 y actual consejero comisionado de paz, sostiene que el balance es positivo pese a que se encuentra lejos de las aspiraciones originales. «Hemos derrotado, en muchos territorios, la apuesta de guerra total, y eso es un logro».
Al hacer un balance de estos tres años, el diario bogotano ‘El Espectador’ puso el acento en el carácter bifronte del mandatario. Petro, dijo, tiene «dos caras». Por un lado, «un estadista que pide respetar las instituciones y está orgulloso de los resultados de su propia gestión. Por otro, un mandatario hostil a las críticas, que ve enemigos en cualquiera que se atreva a criticarlo y que está construyendo una campaña política sobre acusaciones infundadas de persecución en su contra». El exguerrillero, añadió la publicación, no se ha interesado en reducir la brecha entre las «dos Colombias«, que han acrecentado distancias en medio de la histórica condena contra el expresidente Álvaro Uribe por soborno y fraude procesal.
La derecha salió este jueves a las calles para repudiar los 12 años de prisión domiciliaria que pesan sobre su líder. ‘El Espectador’ valoró la prescindencia de Petro en medio de un juicio sin precedentes contra el hombre más poderoso de Colombia entre 2002 y 2010. «No me voy a meter en eso, no diré si sí o no, pero la justicia se respeta en Colombia», dijo Petro antes de que se conociera el dictamen. Sin embargo, el diario le reprochó sus señalamientos a los jueces de otras causas. «Cada vez que alguien en una posición de poder está en desacuerdo con un interés de la Casa de Nariño, al presidente se le olvida la importancia de respetar las instituciones y los acusa de conspiraciones, de intervención en política, de una conspiración contra el gobierno del pueblo. Parece que ese actuar de señalar y criticar es reprochable cuando lo hacen otros, pero justo y necesario cuando proviene del presidente». Eso es un signo de «incoherencia». Los meses venideros pondrán a prueba la condición de líder de Petro: ha surgido un inesperado conflicto limítrofe con Perú por una pequeña isla en el Amazonas.
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