Productivo para Putin
Se vuelve a hablar de tambores de guerra. Cuando el Kremlin asegura que la larga reunión mantenida entre Putin y el enviado de Trump sobre Ucrania ha resultado productiva, es para echarse a temblar. Este es uno de esos casos en que no conviene dejarse llevar por la aparente banalidad diplomática del término. En la jerga del poder autoritario, «productivo» significa «hemos avanzado en nuestros objetivos». Si se trata del presidente veleta de Estados Unidos, el objetivo suele ser la mejor oportunidad para los negocios. Y en cuanto a Putin, la meta no es la paz, sino la consolidación de su victoria estratégica.
[–>[–>[–>Que Moscú y Trump vuelvan a hablar de Ucrania sin estar presente Europa en la conversación no es solo una descortesía diplomática. Que a Ucrania la dejen sistemáticamente a un lado hace pensar a más de uno que cualquier día la van a acusar a ella de haber sido la que invadió Rusia, y no al contrario. Es inequívoca la señal de que las grandes decisiones vuelven a moverse en despachos donde la seguridad del continente europeo es moneda de cambio. Washington negocia, Moscú impone con el fin de salirse con la suya, y Europa aguarda para reaccionar a destiempo atrapada en su propio laberinto de discursos solemnes, compromisos retóricos, rearmes lentos y una dependencia energética apenas disimulada. La defensa común aparenta ser un proyecto unitario, pero cada país calcula su coste político. Putin, un matón crecido gracias a la complacencia de Trump, avisa de que no quedará nadie para negociar la paz. El líder ruso hace tiempo que es la mayor amenaza de este continente, mientras que no todos parecen darse cuenta del verdadero peligro, salvo en los países fronterizos, que ven de cerca las orejas al lobo igual que ya las han visto otras veces a lo largo de la historia.
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