proviene de un mamut lanudo
Los científicos han logrado por primera vez aislar y secuenciar con éxito moléculas de ARN de mamuts lanudos de la Edad de Hielo: las secuencias son las más antiguas jamás recuperadas y provienen de tejido de mamut conservado en el permafrost siberiano durante casi 40.000 años.
[–>[–>[–>Un equipo internacional de investigadores liderado por la Universidad de Estocolmo, en Suecia, ha logrado secuenciar las moléculas de ARN más antiguas identificadas hasta hoy, procedentes de tejidos musculares de un mamut lanudo juvenil bautizaron como Yuka. El ejemplar fue hallado en el permafrost siberiano y datado en alrededor de 40.000 años.
[–> [–>[–>Este hallazgo, que se describe en un estudio publicado en la revista Cell, abre una posibilidad inédita para desvelar la actividad genética de animales extintos y desafía la idea es torno a que el ARN (ácido ribonucleico), una molécula mucho más frágil que el ADN (ácido desoxirribonucleico), no puede sobrevivir durante decenas de miles de años.
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Desvelando genes «encendidos»
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Según una nota de prensa, los científicos se han centrado durante años en decodificar ADN de mamuts para reconstruir sus genomas y su historia evolutiva. Pero el ARN, la molécula que muestra qué genes están activos, hasta ahora ha permanecido alejada de estos esfuerzos. Se creía que el ARN era demasiado frágil para sobrevivir incluso unas pocas horas después de la muerte, dejando de lado estas moléculas ricas en información sobre las especies.
[–>[–>[–>Ahora, los autores del estudio analizaron muestras de diez mamuts del Pleistoceno tardío: en el caso de Yuka, los fragmentos de ARN recuperados permitieron reconstruir perfiles de expresión génica específicos de tejido o, en otras palabras, qué genes estaban “encendidos” en el músculo en los instantes previos a la muerte del animal.
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Los investigadores indicaron que en las muestras se detectaron señales de estrés celular, coherentes con hipótesis previas sobre las circunstancias de la muerte de Yuka, que posiblemente fue atacado por depredadores, y que incluso permitieron identificar elementos del cromosoma Y, confirmando el sexo masculino del ejemplar.
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[–>El ARN y su papel en la reconstrucción del pasado
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Estos detalles muestran el valor del ARN para reconstruir no solamente la genética, sino también la fisiología y los últimos momentos de vida de organismos que pertenecen a especies extintas. Este avance también demuestra que, en condiciones de preservación excepcionales como el permafrost, el ARN puede persistir mucho más tiempo de aquello que se pensaba y, de esta manera, convertirse en una herramienta clave en este tipo de estudios.
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Referencia
Perfiles de expresión de ARN antiguos del mamut lanudo extinto. Emilio Mármol-Sánchez et al. Celda (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.cell.2025.10.025
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Los autores proponen que la combinación de datos de ADN, ARN y proteínas permitirá crear mapas biomoleculares integrados, capaces de ofrecer una visión más completa de la biología de la megafauna extinta. Sin embargo, la preservación del ARN depende de circunstancias ambientales y del grado de protección del tejido, por lo cual su uso no será posible en todos los contextos.
[–>[–>[–>Más allá de esto, la secuenciación del ARN en estos casos permite leer, con una resolución temporal nunca antes obtenida, la última actividad molecular de los gigantes helados del Pleistoceno. Además, puede ser un aporte para la recuperación de especies como los mamuts lanudos en el futuro, un proyecto que llevan adelante desde hace varios años distintos equipos científicos.
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