¿Qué pasa cuando cierra una fábrica? Mapa de los grandes despidos y principales reindustrializaciones en Catalunya
A finales de 2009, cuando la gran crisis económica y financiera provocaba despidos masivos y cierres por todo Occidente, la multinacional Lear anunció que clausuraba su fábrica de Roquetes (Baix Ebre) y que mandaba a sus más de 500 empleados a la calle. Un cierre traumático para todas las Terres de l’Ebre, comparable a lo que podría representar la clausura de la Seat para el Baix Llobregat. Pese a las manifestaciones multitudinarias, a las que acudieron más de 15.000 personas, una vez bajada la persiana quedó la nada, seca la fuente de empleo y riqueza que alimentaba -directa o indirectamente- a gran parte del territorio.
Tras ese cierre, la intervención pública para buscar un sustituto que llenara el hueco que dejó Lear fue escasa y poco eficiente. El Ayuntamiento de Roquetes, por ejemplo, compró los terrenos a precio de saldo. “¿De qué te sirven los terrenos si no tienes a nadie que venga a hacer nada en ellos?”, ironiza una persona que ha participado en decenas de reindustrializaciones en Catalunya.
¿Qué quiere decir reindustrializar? En su sentido más simple es, ante el cierre de una fábrica, buscar otra empresa que se quede con los terrenos, mantenga actividad industrial y dé empleo al máximo de trabajadores de la factoría clasurada. Suelen ser historias marcadas por las protestas, despidos habitualmente traumáticos, disputas por millones en indemnizaciones y en las que aparecen una serie de embaucadores y especuladores que codician un activo que, en ocasiones y tras el esfuerzo conjunto de compañías, sindicatos y administraciones, acaba con otra industria tomando el relevo y garantizando parte de los empleos.
En Lear no hubo reindustrialización y su cierre generó una depresión económica en la región que no empezó a remitir hasta años después cuando, entre otros, varias empresas de calado -el fabricante de botellas de cartón Jabil, el productor de las ensaladas Florette y la maderera Kronospan– se instalaron en el polígono Catalunya Sud. Un polígono promocionado por la Generalitat… pero para ubicar allí una acería que nunca llegó a construirse.
El mayor cierre industrial en la historia reciente de Catalunya ha sido el de Nissan, que en 2020, tras años de desinversiones y despidos, decidió cerrar sus factorías de Zona Franca, Montcada i Reixac y Sant Andreu, dejando a 2.500 trabajadores en la calle y provocando un agujero de varios miles más en sus empresas proveedoras. La manera mediante la que empresa, trabajadores y Administración enfocaron dicha clausura fue muy diferente a la de Lear y ha seguido las pautas de lo que se ha venido a definir como “reindustrialización”.
Saldo negativo en empleo
Catalunya, histórica potencial industrial, ha visto cómo durante las últimas décadas varias de sus factorías más icónicas han ido cerrando, como la Sony en Viladecavalls, la Delphi en Sant Cugat del Vallès, las Robert Bosch de Lliçà d’Amunt o Castellet o la Continental Automotive de Rubí. En algunas de dichas ubicaciones hay hoy proyectos de futuro, que dan empleo de calidad a centenares de personas, mientras que en otros solo quedan naves vacías o un descampado con el que especulará un inversor. Y es que las operaciones de reindustrialización dejan un balance agridulce, con más éxito a la hora de salvar factorías que, a corto plazo, para compensar la destrucción de empleo.
Según datos recopilados por el sindicato CCOO de Catalunya, de las 10 grandes reindustrializaciones de las que han participado en los últimos 10 años, se han perdido unos 6.300 empleos y con los nuevos proyectos solo se han compensado unos 2.850. Es decir, la tasa de reemplazo es del 45%.
“La generación de empleo es baja, encontrar una empresa con consciencia social y que se preocupe realmente de que allí donde cierra se implante alguien es difícil y la Administración, sin una ley que obligue a reindustrializar tras un cierre, da para lo que da”, se queja el secretario general de la federación de industria, Josep Rueda. Que la industria cada vez esté más automatizada y sea poco intensiva en empleo provoca que esas profesiones que antaño eran sinónimo de buenos sueldos y estabilidad sean cada vez abunden menos.
Son procesos traumáticos y el objetivo de una reindustrialización es mitigar el daño
«Son procesos traumáticos y el objetivo de una reindustrialización es mitigar el daño, pero por muy bien que salga no dejamos de estar ante un proceso traumático”, explica Juanjo Berbel, socio de la consultora Metyis. “El saldo de empleo suele ser negativo, ya que se prioriza buscar un proyecto industrial sólido, que pueda durar décadas, que uno que emplee a mucha gente”, apunta Marcos Huergo, presidente de LHH España. Entre ambas consultoras han participado en prácticamente todas los cierres y reaperturas de las grandes industrias catalanas de la última década.
A diferencia de Francia, donde la industria que se va está obligada a buscar a otra que la reemplace, en España no existe actualmente ninguna ley que lo obligue. Lo que, sumado a la actual legislación del despido, que permite cesar prácticamente a cualquiera si se le paga lo suficiente en indemnizaciones, complica la búsqueda de proyectos empresariales que no dejen vacía una región cuando cierran.
Una desinversión en España es mucho más fácil que en Francia o Portugal
La manera de negociar por parte de los sindicatos en ciertos cierres no ayuda a la reindustrialización, ya que priorizan más dinero para los que salen, antes que más facilidades para instalar una alternativa. “Hoy por hoy una desinversión en España es mucho más fácil que en Francia o Portugal, muy pocas empresas que quieran cerrar no acaban consiguiéndolo”, afirma el presidente de LHH.
Especuladores e «inventores»
¿Cuál es el protocolo cuando cierra una fábrica? La Generalitat de Catalunya, pionera en este oficio pese a la prácticamente inexistente cobertura legal, tiene engrasados desde hace años una serie de mecanismos formales e informales para detectar cuándo una empresa empieza a incurrir en impagos, cuando alguno de sus proveedores o clientes tiene problemas y estos pueden arrastrarlos o cuando un acontecimiento de alcance mundial -como por ejemplo los aranceles– puede activar una serie de fichas de domino que acabe suponiendo su cierre, según explican desde el Departament de Indústria.
Escoger bien es clave, según coinciden todas las fuentes consultadas para este reportaje, ya que no faltan especuladores durante el proceso. Se presentan voluntariamente tras el cierre de una fábrica, ya sea interesados únicamente en el suelo, como les pasó a los trabajadores de Eurohueco, en Castellbisbal, que se enteraron que un mes antes de que la dirección les comunicara el cierre ya habían pactado la venta de los terrenos con una inmobiliaria. O para hacer la misma actividad que quien se va pero menor precio y a costa de peores condiciones para los empleados.
Esos “inventores”, tal como se refiere un especialista en reindustrializaciones, pueden presentarse con ideas estrafalarias como pasó tras cerrar la Nissan. Según explican fuentes conocedoras, hubo una empresa que decía que reconvertiría toda la planta de Zona Franca para fabricar motores magnéticos, una solución que promete energía infinita pero cuya teoría nunca se ha llevado a la práctica y es tachada de pseudociencia.
¿Cómo encontrar la alternativa?
En el proceso de triaje juegan un papel protagonista la Generalitat y las consultoras. La primera da voces a través de sus oficinas en el extranjero. También de empresas que se han presentado a un concurso público de ayudas para crecer y les puede encajar expandirse absorbiendo a un socio o antiguo competidor que muere. Las consultoras acuden a los bancos, que a su vez preguntan a compañías clientes, o directamente a fondos de inversión que mueven capital en los negocios industriales.
No obstante, hay candidatos ideales que se pierden por el camino. “Necesitamos simplificar la burocracia y acelerar los procesos. No puede ser que haya inversiones que tarden tres años en empezar a poner la primera piedra de sus fábricas porque la Administración se demora con los permisos. También necesitamos reordenar y mejorar los polígonos, muchos de ellos están obsoletos, mal conectados y con fibrocemento -agente cancerígeno- en el techo. Ahora que tanto se habla del aeropuerto, podemos tener las mejores infraestructuras del mundo, las estrategias de captación que ya tenemos son excelentes y el ecosistema de talento también, pero sin polígonos hábiles no se instalará nadie”, afirma el secretario general de Cecot, Oriol Alba.
Según la experiencia de Metyis, empresas medianas europeas o pymes locales son quien más frecuentemente se acaban quedando con una factoría que cierra. Asia, potencia inversora al alza y que a través de Chery ha protagonizado la gran reindustrialización de Nissan, suele preferir un terreno vacío para empezar de cero. Desde LHH quieren redirigir esa voracidad inversora hacia las reindustrializaciones y explican que están ultimando misiones a distintos países de oriente con dicho fin.
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