¿Quiénes son los drusos? ¿Por qué Israel ataca Siria alegando que los defiende?
Es fácil darse cuenta cuando alguien se encuentra en una región con mayoría drusa. Los atuendos de sus habitantes les delatan. Los hombres, jóvenes y mayores, suelen cubrir su cabeza con un gorro de ganchillo blanco o un turbante del mismo color. Visten unos característicos pantalones holgados negros. Casi todos presumen de grandes bigotes con las puntas enceradas, sobre todo aquellos sheijs más respetables. Las mujeres, especialmente aquellas de mayor edad o más tradicionales, llevan un vestido campesino azul o negro con un mandil, un velo blanco vaporoso que también les cubre la cabeza.
Durante los últimos días, instantáneas de esta minoría han vuelto a copar los telediarios. Los violentos enfrentamientos con comunidades beduinas en la región sureña siria de Sweida han puesto en riesgo, de nuevo, la frágil paz de la Siria de Ahmed al Sharaa. También han puesto otra vez de manifiesto las amenazas históricas con las que ha tenido que convivir la comunidad drusa. Pero, ¿quiénes son? ¿Dónde suelen vivir, y por qué les separan fronteras recientes?
Considerada una de las comunidades más antiguas de Oriente Próximo, la minoría etnoreligiosa de los drusos cuenta con más de diez siglos de existencia. Su religión, el drusismo, surgió del islam chiita ismailita en el siglo XI. Sin embargo, ha evolucionado para incluir aspectos de otras religiones, como el hinduismo, y de filosofías antiguas. Hablan árabe y se consideran árabes. A su fe, basada en la idea de que Dios es incognoscible, indescriptible y absoluto, le rodea mucho secretismo. Nadie puede convertirse al drusismo. Tampoco quienes la abandonan van a poder volver. Como forma de conservarla al tratarse de una minoría, el matrimonio con alguien externo a la comunidad está prohibido. Pese a su convivencia histórica con otras religiones por su localización geográfica, no pueden compartir los detalles de sus creencias ni sus prácticas religiosas. Además, el acceso a sus textos sagrados está restringido a un pequeño número de drusos que son considerados espiritualmente avanzados y, por ello, pueden participar en los rituales religiosos.
En todo el mundo, apenas hay un millón y medio de drusos. Unas fronteras artificiales impuestas por las potencias francesa y británica a principios del siglo pasado dividieron a la comunidad. A día de hoy, en el lado libanés, quedaron 300.000 drusos, donde se les reconoce oficialmente como secta religiosa y tienen escaños asignados en el Parlamento. En Jordania, hay otros 30.000 que viven en las zonas rurales alrededor de la capital Ammán. El resto se encuentran en territorios disputados. Siria cuenta con la comunidad más masiva de drusos: alrededor de 700.000. Resisten en el bastión de Sweida, al sur de Damasco. Esta zona, conocida como Jabal al Druze, la montaña de los drusos, y bajo ataque en los últimos días, es aún el corazón de la identidad drusa. Por otro lado, el resto de los drusos, unos 150.000, viven en Israel. La mayoría están en los Altos del Golán, un territorio sirio ocupado ilegalmente por los israelíes desde 1967. Entonces, de la noche a la mañana, la comunidad drusa de la región se dividió, aunque aquellos que quedaron bajo control israelí se siguen identificando con Siria.
Con el recuerdo de unos tiempos unidos avivando su adrenalina, centenares de drusos israelíes saltaron la verja que les separaba de sus seres queridos. Tras el estallido de la violencia en Sweida, al menos un millar de drusos israelíes cruzaron la frontera. La mayoría ya han regresado, con historias de reencuentros nunca imaginados bajo el brazo. Desde 1967, la valla entre Siria e Israel, países oficialmente en guerra, se convirtió en un punto de encuentro para familias, amigos y vecinos separados por la ocupación israelí. Antes de los teléfonos móviles, se comunicaban a gritos a través del alambre. Frente al caos de los enfrentamientos, avivados por los bombardeos israelíes, este miércoles unos 1.000 drusos cruzaron la valla para reunirse con familias que nunca habían visto, o para unirse a la lucha en Sweida junto a los drusos sirios. Dos legisladores drusos israelíes entraron en Siria para tratar de hacer regresar a los civiles israelíes. La gran mayoría ya han vuelto, pero aún no está claro qué pasará con aquellos que se han quedado en Siria, ni con los drusos sirios que cruzaron a Israel.
No es la primera vez que Israel usa la excusa de proteger a la población civil para justificar sus bombardeos. Y desde la caída del régimen de Bashar el Asad en diciembre, eso hace también en Siria. Esta semana, Tel Aviv ha vuelto a insistir en que sus ataques contra las fuerzas del gobierno sirio liderado por los islamistas son para proteger a los drusos. Los drusos tienen un enorme peso en la sociedad israelí, ya que muchos sirven en el Ejército y la policía, habiendo alcanzado altos cargos que los líderes políticos israelíes no pueden ignorar. Pero la posición general entre los drusos sirios exige un acuerdo con Damasco. Sin embargo, hay voces discordantes como el jeque Hikmat al Hajari, quién animó a resistir contra las fuerzas gubernamentales y apeló a los líderes mundiales, incluido el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu. En cambio, otros líderes, como el histórico político libanés druso, Walid Jumblatt, ha rechazado la idea de que Israel proteja a los drusos sirios, ha advertido contra las peticiones de protección internacional y ha hecho un llamamiento a la unidad nacional siria. Sharaa acusó el jueves a Israel de estar promoviendo la división entre los sirios, buscando «desmantelar la unidad de nuestro pueblo» y atacando «constantemente nuestra estabilidad y creando discordia entre nosotros desde la caída del régimen anterior».
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