reclutados para ir a Irak, desplegados por las protestas migratorias de sus comunidades Los Ángeles
«Los marines tienen la misión de ‘localizar, acercarse al enemigo y destruirlo’, no de intervenir en protestas domésticas. Ser desplegado para tareas propias de la policía nacional provocará tensiones internas», explica el general de brigada retirado de los marines de EEUU, Joseph Medina, en conversación con EL PERIÓDICO. Por ello, cuando el presidente Donald Trump anunció que desplegaba a los marines, el cuerpo con más efectivos latinos, en Los Ángeles con motivo de las protestas contra las deportaciones masivas de su Administración, muchos de estos militares se encontraron por primera vez en sus carreras con un reto que no esperaban: intervenir en comunidades migrantes similares a las suyas.
Ellos no pueden hablar. La «disidencia pública o protesta», especialmente en servicio activo, está severamente restringida. Por eso este diario se ha puesto en contacto con veteranos que sí pueden hacerlo, incluido Joseph Medina, que además es el presidente de la Alianza de Liderazgo de Veteranos Hispanos, que enfatiza, en particular, lo vulnerables que se pueden sentir los marines jóvenes. «Creo que esto causará estrés emocional a muchos, especialmente a las minorías en las filas», señala.
Y es que tanto la ciudad de Los Ángeles como el cuerpo de los marines son un reflejo del crecimiento de la población latina en EEUU. El área metropolitana de esta gran ciudad aglutina a 13 millones de personas (los habitantes de Catalunya y la Comunidad Valenciana concentrados en una sola urbe). Por su parte, los marines son la unidad más diversa del Ejército estadounidense, con hasta un 25% de sus miembros de origen latino, resultado de un intenso reclutamiento entre esta comunidad durante la guerra de Irak. «Les resulta difícil procesar emocionalmente el hecho de ser desplegado para ‘defenderse’ de sus conciudadanos, procedentes de comunidades similares», analiza. El gobernador de California, Gavin Newsom, que se opuso al despliegue de las tropas y fue ignorado por el presidente, ha pedido, una vez los marines ya se encuentran en las inmediaciones de la ciudad, que al menos limiten sus funciones a proteger edificios federales.
Cadena de mando
A pesar de la estricta cadena de mando, los militares juran defender la Constitución, no al presidente, un aspecto que veteranos y expertos subrayan en el contexto actual. El único precedente de la situación actual es de 1965, cuando el entonces presidente Lyndon Johnson desplegó las fuerzas federales en contra de la voluntad de un gobernador estatal con tal de proteger a los manifestantes en defensa de los derechos civiles de la población afroamericana en Alabama. «Ahora sucede al revés: parece que les manden en defensa de la violación de los derechos civiles, los derechos humanos y el debido proceso legal», dice a este diario Julián, veterano latino de alto rango que pide proteger su identidad por temor a represalias.
«Me preocupa mucho que no hayan dicho nada los altos mandos militares, que deberían ser los abanderados de la profesionalidad militar, para garantizar que seguimos siendo un organismo apolítico que apoya y defiende la Constitución de los Estados Unidos, y no a ningún individuo en particular», señala Julián. «Los mandos deberían dimitir si se les presiona para que hagan cosas ilegales, inmorales o que pongan en peligro a la ciudadanía. Al menos en mi opinión, hemos cruzado todas esas líneas rojas», señala.
Para muchos latinos, actuar en Los Ángeles es como actuar en casa. «Muchos de nuestros veteranos latinos son justamente de California. Han sido llamados a cumplir una órden, pero son de esta comunidad. Ahí está la tensión, entre proteger las leyes de EEUU o las demandas de Trump, que son muy diferentes», explica a este diario Juan Proaño, director de la Liga de ciudadanos latinoamericanos unidos (LULAC), la mayor y más antigua organización de la población latina en EEUU.
Jóvenes marines
El problema es que los mandos no reflejan la diversidad del propio Ejército, mucho menos los de la sociedad estadounidense. Aunque el 25% de la fuerza alistada es latina, menos del 2% de los oficiales son latinos, una cifra que se ha mantenido durante los últimos 50 años, según datos de la Alianza de Veteranos Latinos.
«Los infantes de Marina más jóvenes buscarán orientación en sus suboficiales superiores y en sus comandantes para asegurarse de que las órdenes que siguen están dentro de los límites constitucionales«, anticipa Medina. Pero estos, aparentemente, no están dando voz a su preocupación.
«Los despliegues en el extranjero tienden a tener límites más claros, con un fuerte sentido de camaradería y propósito», explica Alan a este diario, un joven marine también latino que tuvo que retirarse tras ser herido en Afganistán. «Las operaciones nacionales son diferentes. Estás en tu propio país, entre tu propia gente. Esa proximidad hace que la misión parezca más personal», analiza, pensativo, aunque él, como la mayoría de compañeros, nunca tuvo que actuar localmente. «Aquí no eres sólo un marine, también eres el vecino de alguien, el hijo de alguien. Esa dualidad conlleva un tipo diferente de presión y un sentido más profundo de la responsabilidad», reflexiona Alan.
Los veteranos recuerdan los altercados de los años 60 y 80, cuando el propio Ejército estaba inmerso en las secuelas de la guerra de Vietnam y la sociedad estadounidense se alzó en contra de esa guerra así como de las desigualdades raciales en su propio país. «EEUU depende de los latinos para cumplir con su misión de proteger a su país», concluye Proaño.
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