Rosalía, un faro en la jungla del algoritmo
Rosalía ha vuelto a situar a España en el epicentro mundial de la música con el lanzamiento de su último trabajo, «Lux», convertido en un acontecimiento de primer orden, reservado solo a los grandes del canto. El éxito, instantáneo y rotundo, dice mucho de Rosalía: se ha transformado en una figura cultural que trasciende con creces el mundo de la música.
[–>[–>[–>En la jungla de lo efímero, del streaming y del algoritmo, la cantante de Sant Esteve Sesrovires emerge como un faro gracias a su talento y madurez artística. Esa madurez no es casualidad: es fruto de toda una vida de preparación, basada en el estudio, el trabajo, la disciplina, la paciencia, la valentía y la asunción de riesgos. Nada que ver con el reinado de la inmediatez, donde todo es viral, efímero y fabricado a golpe de likes.
[–> [–>[–>Formada en el Taller de Músics y en la Escola Superior de Música de Cataluña (Esmuc) y con conocimientos de solfeo, cante flamenco y música antigua, Rosalía transita con audacia entre el origen y la modernidad; entre el folclore y el pop; entre la música popular y la clásica; entre lo mundano y lo espiritual. Lo hace en su cuarto álbum de manera honesta y trabajada, sin artificios ni improvisaciones innecesarias, con una voz única, cálida y llena de registros infinitos que estira hasta sus límites. Con humildad y grandeza, transmite que, ella, compositora y cantante, aunque a veces se perciba insignificante, es también luz del mundo, como refleja con fuerza en «Porcelana», la cuarta canción del álbum recién estrenado.
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El éxito de Rosalía empezó a forjarse mucho antes de que el mundo conociera su nombre. No en vano, ella lleva toda la vida preparándose para esto, como contaba en una entrevista con «El País», y asiste a clases de canto lírico desde los 18 años. Hoy, a sus 33 años, la catalana continúa siendo un ejemplo de trabajo bien hecho, autenticidad y talento, más allá de modas y de algoritmos. Con «Lux», Rosalía se consolida, sin duda, como fuente de luz en medio de la jungla digital y como prueba viviente de que la música continúa siendo sinónimo de arte. n
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