Sánchez se humilla ante Junts
La polarización obliga a aclarar las cuestiones previas antes de emprender un artículo. Enhorabuena por tanto a Pedro Sánchez por una moción de censura de geometría prodigiosa, por haber sobrevivido a la corrosión de un Gobierno de coalición con Podemos, por haberse atraído sin fisuras a los independentistas de Bildu o Esquerra, por el milagro de captar a los ultraconservadores de Junts para salvar la deficiencia de escaños respecto al PP de Feijóo. Y muy en especial, una cerrada ovación por una ley de amnistía que ha curado a Cataluña del separatismo durante años, ¿qué partido gobierna Barcelona y la Generalitat?
[–>[–>[–>Una vez establecidos los parabienes, es vergonzosa la humillación excesiva de Sánchez ante Junts, con el altavoz sonrojante de las entrevistas amistosas concedidas esta semana. Hubiera estado bien que el PSOE no traicionara a sus aliados catalanes, pero está en su naturaleza, y en ningún caso debe pedirles perdón clamorosamente desde la Moncloa. El presidente del Gobierno no se humilla, humilla innecesariamente a sus gobernados.
[–> [–>[–>Implorar a Junts es peor que un crimen, es un error. El frágil partido catalán tiene derecho a escoger su destino, y hubiera sido inteligente apoyar una moción de censura instrumental de Feijóo con plazo de caducidad, por l o que Puigdemont se ha negado a un gambito que lo hubiera revalorizado. En cambio, el presidente del Gobierno que no se enteró de Ábalos, ni de Santos Cerdán, ni del acoso sexual de su íntimo colaborador en La Moncloa, ni de las comisiones, ni de la prostitución desatada, no tiene derecho a singularizar un ceremonial plañidero hacia los siete disputados diputados catalanistas. Hasta aquí ha llegado el PSOE, y Junts no es ni siquiera uno de sus principales problemas. Lo comprobará en el inminente batacazo extremeño del 21 de diciembre, donde no compite Puigdemont. La angustia desmedida no le cuadra a Sánchez, aunque solo un optimista tildaría su situación de desesperada.
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