Ser humano hoy
Seguro que os pasa lo mismo: el mundo parece haberse vuelto loco. Leer las páginas de la crónica internacional es adentrarse en un paisaje de guerras abiertas, migraciones forzadas y tensiones geopolíticas que parecen estar a punto de colapsar. En Estados Unidos un chico mata a otro, lo mata por difundir odio, pero lo mata, y ahora Donald Trump quiere que la justicia lo mate a él. Locura. ¿Qué va a pasar? Para entender algo de lo que agita el mundo tenemos los artículos de los analistas que nos dan un poco de luz, pero para encontrar un poco de confort yo solo tengo la conversación, la lectura y la música. «Aunque sea reggaeton», debió pensar el Papa (probablemente fuera aún el papa Francisco) cuando aceptó organizar para este sábado un concierto pop en la Plaza de San Pedro del Vaticano, para cerrar el Encuentro Mundial de Fraternidad Humana. Actuaciones de Karol G, Pharrell Williams y Andrea Bocelli, entre otros artistas. Ver perrear en la plaza más católica del mundo es rompedor y llama lo suficientemente la atención como para que uno repare en el encuentro «Gracia para el mundo».
Bueno, un poco de gracia divina si está por ahí ese señor no estaría nada mal. Pero concentrémonos en la fraternidad, que depende exclusivamente de nosotros, los humanos y parece que se nos ha olvidado del todo. La historia nos lo recuerda: cuando la Revolución Francesa proclamó libertad, igualdad y fraternidad, pronto quedó claro que esta última sería la hermana pequeña del tríptico. La libertad podía traducirse en derechos individuales; la igualdad, en reformas legales. Pero la fraternidad resultaba más esquiva: exigía no sólo leyes, sino vínculos. Además, ¿qué libertad puede haber sin fraternidad? ¿Y existe igualdad sin fraternidad?
La máxima expresión de fraternidad estos días viaja a bordo de las embarcaciones que forman la flotilla que intenta romper el bloqueo de ayuda humanitaria israelí en Gaza. Estan poniendo en riesgo sus vidas y se merecen todo el respeto por ello. La máxima expresión de lo contrario son los ataques que reciben. Odio.
Nos faltan gestos cotidianos. Y replantearnos qué significa ser humano hoy.
Suscríbete para continuar leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí