Un Congreso Mundial fallido
En estos días se celebra en Villaviciosa el IV Congreso Mundial de Asturianía, cuyo programa publicado evidencia el incumplimiento de la Ley de Asturianía 2/2018. Su artículo 20 establece claramente que «para promover las relaciones y la colaboración entre las comunidades asturianas con reconocimiento de asturianía y de estas con los poderes públicos, se celebrará cada cuatro años, siempre que las disponibilidades presupuestarias lo permitan, un Congreso Mundial de Asturianía». Esta norma no se ha respetado: publicada en 2018, recién ahora se celebra un encuentro, habiendo transcurrido 19 años desde el anterior Congreso.
[–>[–>[–>Las razones para no cumplir la periodicidad establecida pueden ser variadas y justificadas. Sin embargo, resulta preocupante que el IV Congreso repita los mismos errores del III: la ausencia total de participación activa de los asturianos emigrantes y sus organizaciones de base. Como participante en los tres Congresos anteriores, constato que esta convocatoria mantiene el mismo esquema que el anterior: distintas personalidades –cuyos méritos son indudables– hablarán desde la mesa a los asistentes, sin que estos hayan debatido previamente sobre los temas que realmente les interesan.
[–> [–>[–>Es lamentable que se repitan los fallos que condujeron a que el III Congreso careciera de consecuencias prácticas. La nueva Ley de Asturianía intentó prevenir esta situación, pero su desarrollo reglamentario resultó insuficiente, dejando demasiado espacio a la interpretación discrecional.
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¿Qué sentido tiene asistir simplemente a escuchar sin poder participar? ¿Por qué todos los expositores y moderadores son locales? ¿Acaso no existen asturianas y asturianos valiosos en el exterior cuyas historias de éxito merecen ser escuchadas? En este mismo periódico señalé hace años que los Centros Asturianos son mucho más que «gaita y tambor»: están integrados por emprendedores, profesionales y trabajadores de todo tipo, cuyos testimonios deberían tener un lugar destacado en estos encuentros. Son ejemplos no solo para los residentes en el exterior, sino también para la propia Asturias, como lo ha demostrado la sección «Asturias Exterior» de este periódico, cuyo éxito se debe precisamente a dar voz a quienes viven por el mundo llevando sus orígenes asturianos con orgullo. De ellos no hay rastro en este Congreso. Una lástima.
[–>[–>[–>Tampoco se aprecia en el programa un aspecto fundamental: la recuperación de las expresiones culturales que emigraron junto con las personas. Pueblos y comarcas enteras de Asturias tuvieron que partir, llevándose tradiciones y folclore. ¿Dónde está el trabajo de investigación y recopilación que preserve esa cultura? Su ausencia provoca la pérdida irremediable de una parte de la historia de Asturias. Y como bien se sabe: un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla.
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Este IV Congreso pudo ser una gran oportunidad para rectificar los errores del pasado. Sin embargo, parece limitarse a repetirlos. Tendrá, probablemente, los mismos efectos nulos, desperdiciándose una vez más la oportunidad de vincular efectivamente a Asturias con sus emigrantes, tal como dispone la Ley, y de poner en valor ese trozo de Asturias que partió con ellos y que se ha transmitido a sus descendientes.
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