Un temporal sin precedentes azota Bahía Blanca, una de las principales ciudades argentinas, y causa al menos 13 muertos

El pasado 22 de febrero, el presidente argentino, Javier Milei, habló de la «paranoia» del cambio climático y recibió la ovación de la cumbre conservadora de Washington que tuvo a Donald Trump como principal orador. Las diatribas contra los ambientalistas, a quienes que considera «zurdos» encubiertos, se llamaron a silencio por estas horas debido al desastre en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca, una de las más importantes de este país por su puerto, el polo petroquímico y la actividad cultural. Ubicada 636 kilómetros al sur de la capital, sus habitantes no dan crédito a las imágenes de una urbe que soportó la caída de casi 400 milímetros de lluvia en ocho horas, una precipitación sin precedentes que expuso un grado de indefensión que viene siendo advertido desde hace más de una década.
Al menos 13 personas perdieron la vida y miles de familias fueron evacuadas. Los daños de la infraestructura, las viviendas y los negocios son altos y encuentran a los habitantes sumidos en la desesperación. No pueden olvidar a los automóviles y carros arrastrados por el agua como si se trataran de juguetes y las inundaciones que obligaron a las enfermeras del Hospital José Penna a evacuar a los bebés recién nacidos del sector de neonatología.
Bahía Blanca fue escenario de otro serio problema climático el 16 de diciembre de 2023, con vientos de hasta 140 km/h. La ciudad quedó a merced de esa furia seis días después de la toma de posesión de Milei. El flamante presidente viajó vestido con uniforme militar y pidió a los bahienses «confiar» en la pronta recuperación. Tomada la fotografía oficial, se subió al avión.
«Estamos en un momento de alta temperatura, pero no difiere del ciclo natural», ha repetido a lo largo de meses. En otras oportunidades, ha sido más vehemente en su desprecio al ambientalismo. En noviembre pasado, Argentina retiró a su delegación argentina de la cumbre del clima COP29. Con la asunción de Donald Trump, y para estar en sintonía con el multimillonario que ocupa la Casa Blanca, anunció su decisión de acompañar a Estados Unidos en su retirada del Acuerdo de París.
Caída de la popularidad
Los acontecimientos en el sur bonaerense encontaron al extertuliano televisivo urgido de enfrentar otras situaciones como el impacto del «criptogate» y la necesidad de avanzar en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir dólares que le permitan sostener su programa económico.
La estafa de $LIBRA, el activo digital, ha llamado a las puertas de la sede del Ejecutivo debido al involucramiento que tuvo el propio Milei en la promoción del activo digital a través de la red social X. Más allá de sus intentos de despegarse del escándalo, las encuestas comienzan a expresar la perplejidad social. La consultora brasileña Atlas, que en 2023 predijo la victoria electoral del ultraderechista, acaba de medir una caída de 10 puntos en su popularidad como consecuencia del «criptogate». Por primera vez, la imagen negativa ha perforado la barrera de los 50 puntos. Otros factores aceleran el malestar y tienen que ver con los bolsillos: El consumo se ha desplomado 30 puntos.
Con este telón de fondo cayó la lluvia en Bahía Blanca. «Es una verdadera tragedia climática», dijo el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. El dirigente peronista (oposición) administra el principal distrito económico y poblacional de Argentina y tiene muy malas relaciones con Milei, quien días atrás amenazó con una intervención federal de ese enorme territorio. A diferencia de lo ocurrido en 2023, esta vez el Gobierno Nacional ha coordinado la ayuda con el provincial para aliviar la situación de una ciudad arrasada por el agua.
El desafío
La oposición parlamentaria ha pedido al Ejecutivo la creación de un fondo especial para ayudar a los afectados y declarar la emergencia «ambiental» de Bahía Blanca y poblaciones aledañas. La ultraderecha se enfrenta a un doble desafío. De un lado, reconocer el peso de una palabra que aborrece, «ambiental», y que ha rechazado este verano cuando los incendios forestales asolaron la Patagonia. Por el otro, abrir el grifo del gasto estatal mientras se jacta de llevar a cabo «el mayor ajuste económico de la historia».
Más allá de la aversión del anarcocapitalista al cambio climático, los problemas de Bahía Blanca son preexistentes a su llegada al poder debido a características topográficas y una falta de prevención de los problemas derivados de la mutación en el ambiente. La ciudad se encuentra ubicada en la cuenca inferior del canal Maldonado y del arroyo Napostá, que son esenciales en el sistema de drenaje y se desbordaron rápidamente en cuestión de horas. La velocidad del desmadre hizo recordar a lo ocurrido en la provincia de Santa Fe en marzo de 2003, cuando también en un breve lapso de tiempo cayeron más de 300 milímetros de agua y anegaron completamente la urbe. A partir de ese momento se terminaron las aspiraciones presidenciales del expiloto de Fórmula Uno Carlos Reuteman, por entonces gobernador provincial.
Un informe del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de 2012 advirtió que las pendientes del terreno, la desordenada expansión del negocio inmobiliario y la reducción de los espacios naturales de absorción, dificultaban el drenaje del agua hacia el mar que baña al distrito.
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