Una marea feminista
¿Está el feminismo en retroceso? ¿Ha perdido altura la última ola feminista tras llegar a su cresta? ¿Está condenado el movimiento feminista a ir y venir, a expandirse y replegarse constantemente y por tiempo indefinido?
[–>[–>[–>La ultima oleada feminista, la cuarta, cogió vuelo en la primera década del siglo XXI y alcanzó su máxima altura en 2018, con la inaudita movilización global de aquel 8 de marzo. El #MeToo había estallado en Estados Unidos y en España la gran huelga y las manifestaciones feministas tomaron el centro de las grandes capitales, de las ciudades de provincia y de los pueblos. No había precedentes y a ello contribuyó, caldeando el ambiente, el espanto por la violación de la manada de Pamplona y por el proceso judicial que siguió a aquello.
[–> [–>[–>En España la ola aún se mantuvo en alto unos años más, pero en los últimos se percibe cierto decaimiento, dejando paso a la desgana y el desencanto. Se nota desinterés entre los más jóvenes y especialmente entre los vaorenes de la generación Z, a los que les cuesta admitir que, aquí y ahora, persisten las diferencias de género, que las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de los cuidados, que eso entorpece su ascenso laboral y que persisten creencias y actitudes machistas que, en el peor de los casos, pueden llegar a ser letales.
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A eso hay que sumarle que las estrategias para combatir la violencia de género, en todas sus formas, no están dando el fruto deseado. La cifra de mujeres asesinadas lleva una década estancada y raramente baja del medio centenar cada año, y con ellas van sus hijos. Siempre serán demasiadas muertes.
[–>[–>[–>El contexto internacional, con la sucesión de crisis políticas y económicas, por no hablar de los conflictos bélicos, favorece el repliegue hacia posiciones reaccionarias y ese no es el mejor panorama para la reivindicación feminista. Contempla la vergonzosa vulneración de derechos y el abandono de la comunidad internacional de las mujeres que viven en países como Afganistán tampoco es alentador.
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De la resaca feminista, en España, quedan episodios poco edificantes, tales como la falta de previsión y el desbarajuste en la aplicación de la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual -la del sólo sí es sí- y, más reciente, los fallos en las pulseras antimaltratadores.
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[–>La cuarta ola se retira. Quizás haya que admitir que es la cadencia natural. Ha dejado en la orilla muchas cosas buenas, empezando por un sentimiento de hermandad entre mujeres de todo el mundo. La marea no se detiene y, sin duda alguna, otra ola llegará.
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