Valdesoto, patrimonio ejemplar
Valdesoto, «Pueblo ejemplar» de Asturias de este año, cuenta con numerosas fortalezas a su favor para haber alcanzado esa distinción. Y no sólo desde el punto de vista de la cooperación entre las muchas asociaciones y entidades que se dan la mano en la parroquia. También a través de un patrimonio cultural que «merece la pena conocer y que pasa muchas veces desapercibido», destaca el historiador sierense José Manuel Rodríguez Hevia.
[–>[–>[–>Este experto ha documentado todos los puntos de interés de una parroquia de las más extensas de Siero que, una vez pasada la vorágine de la visita real, bien merece un recorrido turístico terrenal por sus muchos lugares para la contemplación. Rodríguez Hevia destaca que Valdesoto cuenta con «un patrimonio abundante y rico, pese a que no tiene demasiada antigüedad».
[–> [–>[–>Enumera el historiador una larga lista de ejemplos de arquitectura civil culta, como el palacios de Valdesoto, de los Carreño o de los Marqueses de Canillejas, de mediados del siglo XVII y que tiene su origen «en una torre bajomedieval de los Carreño-Solís». Para la mitad del siglo XVII ya se había levantado el palacio, que fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2006, gracias, en buena medida, a sus jardines, «unos de los mejores clásicos de Asturias, de estilo franco- italiano», precisa Rodríguez.
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El palacio de Tiroco, de los Hevia-Noriega, es otro de los puntos de parada, aunque sea por fuera, porque hoy en día alberga una residencia de mayores. Es del siglo XVII y sus dueños ostentaron cargos eclesiásticos y políticos como los de rectores e inquisidores de Sevilla. Otro palacio en Valdesoto es el de los Camino, en La Piniella, datado entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, que cuenta con capilla barroca de 1706.
[–>[–>[–>En cuanto a casonas, la parroquia sierense también ofrece un amplio abanico de posibilidades. La más conocida es la de Leceñes. Fechada en el siglo XVIII, es propiedad de la familia García Argüelles, de estilo popular y con la peculiaridad de que en ella se rodaron varias escenas de la película «Adiós, Cordera». La casa de los Faes, de estilo clásico isabelino, data de 1884, de planta cuadrada y tres alturas. Hoy en día alberga una residencia .
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José Manuel Rodríguez Hevia señala como «dignas de mención» las escuelas de Faes, de estilo modernista, construidas entre los años 1908 y 1910. «El proyecto fue elaborado por el arquitecto municipal de Siero, Emilio Fernández Peña. Las obras fueron adjudicadas por 20.700 pesetas a un contratista de La Felguera, y a este gasto se añadió otro de 8.000 pesetas para colocar unos bajorrelieves modernistas alusivos a la enseñanza», relata el historiador.
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[–>En Castiello, Corripos y Leceñes se levantarían después escuelas durante la II República, toda vez que Faes se quedó pequeño para albergar a todos los alumnos. Se trata en todos estos ejemplos de «arquitectura racionalista, a cargo del aparejador municipal Luis Sanz».
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En el apartado de arquitectura popular, José Manuel Rodríguez Hevia destaca los molinos ya casi desaparecidos de Valdesoto. Según el Catastro del Marqués de la Ensenada, de 1752, había en la parroquia un total de «diez molinos harineros, aunque sólo conservamos tres localizados».
[–>[–>[–>Según el catálogo urbanístico de Siero, en Valdesoto hay en la actualidad 105 hórreos y 53 paneras, muchos de ellos antiguos. «Alguno del siglo XVI y con tallas», y en lo que se refiere a los llagares «fueron desapareciendo, pero se conserva alguno como en el caso del Llagarón de Tiroco de Abajo», apunta el historiador sierense.
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Como curiosidad, en la parroquia también hubo ventas de arrieros y aún se mantienen los vestigios de la de Bendición, «del siglo XVIII, en el Camino Real desde el Puerto de Gijón hasta Castilla por Tarna, junto a la carretera Carbonera». Conserva en el portal exterior una singular columna toscana.
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La arquitectura religiosa está capitaneada por la iglesia parroquial de San Félix, que «ya se cita en 1385 en un documento de la Catedral», subraya el erudito, con lo que «se presume que fuera de estilo gótico antiguo». El templo dependió de Santiago de Areñes, en Carbayín hasta el año 1797, en que pasó a ser parroquia independiente. Fue reformada y ampliada entre 1913 y 1916 en estilo modernista, según proyecto del arquitecto diocesano Emilio Fernández Peña. Adosado al templo se conserva el panteón de los Marqueses de Canillejas. «Sufrió desperfectos en la Guerra Civil y fue reconstruido en los años cuarenta por Enrique Rodríguez Bustelo», relata el estudioso local.
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También destaca la capilla del palacio de Valdesoto, «igualmente de los Marqueses de Canillejas, de estilo neogótico historicista del año 1895, y diseñada por Juan Miguel de la Guardia», precisa el historiador.
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La parroquia llegó a contar con 13 capillas populares a principios de 1800. Dos de ellas ardieron en la Guerra Civil, pero se mantienen las restantes en Castiello, Cerezales, Faes, Lamuño, Leceñes, Piniella, Corripos, Tiroco de Arriba y Tiroco de Abajo. Destacan la de San Agustín de Castiello, del año 1687 y erigida por familia Carreño; la de San Juan Evangelista en La Piniella, y una muy singular: la de la Casa de Les Xusticies de Leceñes. «Según la tradición es el del siglo XV, con un escudo en la fachada lateral izquierda, y en su interior se custodia un retablo barroco de la adoración de los Reyes Magos y la Sagrada Familia, con una inscripción de 1714», señala Rodríguez Hevia.
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En el ámbito del patrimonio industrial, el historiador reseña la estación de Bendición, que fue apeadero, desde 1881, del Ferrocarril de Langreo, junto con el puente medieval de Venta de Soto. «Daba paso a los caminantes hacia Tarna y necesita una restauración inmediata», afirma el experto. También se conserva un puente isabelino en Bendición, sobre el arroyo de Molleo, en la carretera Carbonera, y otros tres puentes de ferrocarril entre Bendición y Carbayín.
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«Valdesoto puede ofrecer todo esto a los visitantes que se esperan tras la entrega del galardón», subraya José Manuel Rodríguez Hevia, convencido de que en la parroquia «hay mucho por descubrir».
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