50 AÑOS DE MONARQUÍA | ¿Qué papel juega el rey en la política exterior de España?
El 16 de abril de 2012, la entonces presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner anunció que iba a ordenar la expropiación a Repsol del 51% de la petrolera YPF. Eran tambores de guerra, un choque diplomático frontal con España. José Manuel García-Margallo acababa de estrenarse como ministro de Exteriores (2011-2016) del Gobierno de Mariano Rajoy. La diplomacia española necesitaba trazar un plan.
[–>[–>[–>“Pensamos que lo mejor era buscar mediadores entre los líderes latinoamericanos de su corriente ideológica. Pedí ayuda al rey [Juan Carlos I]. Empezó a hacer llamadas y gracias a eso me recibió el presidente del Ecuador, rafael correa; el de uruguay, José Mújica; y Luiz Inácio Lula da SilvaLuego fuera de la presidencia», dice García-Margallo a EL PERIÓDICO. «Hicieron lo que pudieron para intentar evitar la expropiación o que hubiera ‘justicia'».
[–> [–>[–>La figura del rey de España como actor de la política exterior española está pautada en la Constitución. Es el monarca el que “asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales”, pero estas son guiadas por el Gobierno, que debe “refrendar” todos sus actos. Pero su labor entre bambalinas ha sido clave en este medio siglo de política exterior de España como Monarquía parlamentaria; en ocasiones muy polémicas, como las presuntas comisiones recibidas por el rey Juan Carlos I como parte del proyecto de AVE a la Meca, en Arabia Saudí.
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Los discursos del rey
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El discurso que pronunció Felipe VI ante los altos representantes mundiales en la Asamblea General de Naciones Unidas el pasado 25 de septiembre no fue un discurso más. No usó el lenguaje descafeinado y de compromiso habitual, sino uno sentido y comprometido. “Clamamos, imploramos, exigimos: detengan ya esta masacre” en Gaza, dijo Felipe VI a Israel.
[–>[–>[–>El monarca se alineó tanto en el fondo como en la forma con la posición de política exterior fijada por el Gobierno: petición de liberación de los rehenes y condena de los actos terroristas de Hamás, y críticas a Israel por la masacre de civiles en la Franja. “Son actos aberrantes que repugnan a la conciencia humana y avergüenzan al conjunto de la comunidad internacional”. La ultraderecha española explotó. “El rey ha leído en Nueva York un panfleto socialista globalista y totalitario que le ha colocado el felón Sánchez”, dijo el eurodiputado de Vox Hermann Tertsch.
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“No creo que Felipe VI se preste a decir algo que no piensa. Sentí que les hablaba a las dos partes desde el corazón en un discurso muy acertado y muy acorde con la realidad del momento. Se dirigió con gran honestidad tanto a la parte palestina y a la israelí, que conoce muy bien”, valora para EL PERIÓDICO la exministra de Exteriores Arancha González Laya (2020-2021), ahora decana de la Escuela de Relaciones Internacionales Sciences Po de París. “Recuerdo que el primer acto en el que estuve con él fue el primer aniversario del campo de concentración de Auschwitz. También era muy cercano al anterior presidente de Israel”.
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[–>Los discursos reales los prepara el equipo de Zarzuela (Jefatura de la Casa y Consejería Diplomática) con aportaciones del propio Felipe VI, en coordinación con el Gobierno, que da el visto bueno final. El proceso es esencialmente secreto, pero los expertos coinciden en que el monarca no leería algo en contra de sus principios.
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El rey como representante de la política exterior de España
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La monarquía parlamentaria, con medio siglo de existencia en España, tiene un encaje protocolizado pero, al mismo tiempo, orgánico en el sistema de la política exterior española. De la personalidad del rey y de sus contactos depende en parte el poder blando que ejerce España en el mundo.
[–>[–>[–>Juan Carlos I, rey emérito / EFE
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El exministro García-Margallo aporta otros dos ejemplos. El primero, cuando pidió ayuda a Juan Carlos I para lograr votos con el fin de que España consiguiera el puesto de miembro no permanente del Consejo de Seguridad. “Le di una lista de nombres a los que pedí que llamara, cosa que hizo”, explica el exministro popular. “También recuerdo una reunión muy tirante con la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton, nada más llegar yo al cargo. Las relaciones con Estados Unidos estaban muy tirantes por la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de retirar de Irak [en 2004] de nuestra misión allí sin previo aviso a los aliados. Clinton me dijo que incluso estaban pensando en llevar las bases de Rota y Morón a Marruecos. En un momento le dije a Hillary: ‘Tengo un mensaje de un admirador tuyo que te va a gustar’ y le mostré un mensaje de texto del rey. [Juan Carlos I]. La reunión se volvió más fácil”.
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Representación especial para Latinoamérica
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Este noviembre, Felipe VI ha viajado a China, en la tercera visita de Estado de un rey español al gigante asiático. Su agenda buscaba consolidar la relación especial entre ambos países. Pekín ha insistido a menudo en que España es el mejor amigo de China en Europa. Pedro Sánchez ha realizado ya tres viajes para reunirse con las autoridades del país y negociar dosieres complejos como los aranceles al coche eléctrico o al cerdo, en un escenario internacional de confrontación entre Estados Unidos y China.
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Pese a todo, el foco principal del rey como agente de la política exterior español está al otro lado del mundo, en América Latina. La importancia extra de esa región para las tareas del monarca está fijada en la Carta Magna. Felipe VI y, anteriormente, Juan Carlos I, son la “más alta” representación “especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes”.
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Ahora se prepara la XXX Cumbre Iberoamericana, que se celebrará en Madrid dentro de un año, el 4 y 5 de noviembre de 2026. Felipe VI afronta un reto: rescatar este conciliábulo de jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos, después del fracaso de la última, celebrada en Cuenca (Ecuador) y que no logró sacar siquiera un comunicado conjunto por las desavenencias entre los países.
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El Rey Juan Carlos I saluda al Congreso en el 40 aniversario de la Constitución, en 2018. EPP 46160337 MADRID 06 12 2018 Política Acto de Conmemoración del Día de la Constitución El Rey Juan Carlos I y Sofía FOTO JOSE LUIS ROCA JUAN CARLOS. DOÑA SOFÍA. LOS REYES EMÉRITOS DURANTE EL 40 ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN EN 2018 / JOSE LUÍS ROCA
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Es muy recordado el exabrupto del rey emérito Juan Carlos I contra el entonces presidente venezolano Hugo Chávez en la cumbre de 2007: “¡¿Por qué no te callas?!», le espetó el jefe del Estado español al venezolano tras sus reiteradas interrupciones al presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
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Felipe VI, por su lado, es “tremendamente efectivo a la hora de mantener los lazos de cercanía que España tiene con Latinoamérica, independientemente del color político allí o en España”, opina González Laya, que acompañó al monarca a la inauguración de dos presidentes latinoamericanos durante su etapa como ministra. “Durante la inauguración del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou pude ver que Felipe VI le conocía a él, a su padre y a sus hijos. El rey conoce aquello desde que era príncipe, ha estado presente, y por eso es un gran representante de nuestro país y de lo que América Latina representa para España”.
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El rey como catalizador de negocios
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¿Comporta algún beneficio tener un rey al frente de un Estado, en lugar de a un presidente como en las repúblicas de Francia o Alemania? Hay quien sostiene que sí. Primero, por su estabilidad. El monarca es el símbolo de España desde hace décadas, genera lazos y relaciones que los presidentes electos de las repúblicas deben construir desde cero. Y luego está la ruptura del “techo protocolario”. En el mundo hay 43 monarquías. Los reyes se entienden bien entre sí. Para ciertas cuestiones, es más fácil superar ese “techo protocolario” entre realeza. Los ejemplos más evidentes son los de las relaciones de España con monarquías como la de Marruecos o Arabia Saudí.
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El rey sirve para catalizar los acuerdos de negocios. Ahí ha estado también el talón de Aquiles de la Monarquía parlamentaria en España. Cuando se consiguió la adjudicación en Arabia Saudí de la construcción del AVE a la Meca, por valor de 6.700 millones de euros, la Justicia rastreó comisiones de decenas de millones de euros de Juan Carlos I. En sus recientes memorias, el rey emérito ha reconocido haber aceptado un “regalo” de 100 millones de dólares de los saudíes tres años antes. Un error, admite, que fue el comienzo de una persecución judicial por comisiones ilegales que terminaron archivadas tanto en Suiza como en España por falta de pruebas o por razones jurídicas como la inviolabilidad y la prescripción.
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Juan Carlos I tiraba de unas relaciones personales que Felipe VI no cultiva de la misma manera. El actual monarca mantiene un cierto escrúpulo institucional y protocolario. Así ha sido en la búsqueda de contratos para empresas españolas en su reciente visita a Egipto, donde ha impulsado inversiones en el turismo o el transporte. Pero lo ha hecho en un foro empresarial abierto y público.
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Desplantes y pompa en el Palacio Real
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Las relaciones diplomáticas entre España y el resto del mundo tienen su epicentro formal en la entrega de credenciales a los 174 embajadores en nuestro país. Es el rey el que recibe a los jefes de delegación de los distintos Estados en una ceremonia decimonónica que incluye la llegada al Palacio Real en carruajes escoltados por la Guardia Real y trajes de gala.
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En ocasiones hay tensión. Así ocurrió en la recepción de la Casa Real al Cuerpo de diplomáticos extranjeros en Madrid en enero de 2023. El embajador iraní Hassan Ghashghavi le dio la mano a Felipe VI, pero no a la reina Letizia. Desde la revolución islamista del país de 1979, está prohibido estrechar la mano de una mujer en público.
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La relación del Ministerio con la Casa Real
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La política exterior la fija el presidente del Gobierno, pero la ejecuta el ministro de Exteriores. Y la relación de unos ministros y otros con la Casa Real puede variar. El actual ministro, José Manuel Albares, mantiene un choque con el actual jefe de la Casa Real, Camilo Villarino, desde que el primero bloqueó el nombramiento del segundo como embajador en Moscú, según varias fuentes diplomáticas.
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En general, es el Ministerio de Exteriores el que “organiza conjuntamente con la Casa de Su Majestad el Rey los viajes y visitas de Estado” o las “reuniones con un componente internacional”, explican fuentes del departamento ahora dirigido por Albares. El Palacio de Santa Cruz “pone a disposición de Su Majestad el Rey el personal diplomático necesario, tanto en la delegación como en las embajadas de España”.
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“Es para que la Corona pueda dar cumplimiento a esta función constitucional por lo que el Ministerio de Asuntos Exteriores colabora y se coordina de manera permanente con la Casa de Su Majestad el Rey, a quien se presta además en el ejercicio de dichas actividades todo el apoyo diplomático, político y protocolario”, apuntan las mismas fuentes.
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Además, el ministro suele acompañar al rey en sus viajes oficiales, como “ministro de jornada”. Pero no siempre. No estuvo Albares junto al monarca, por ejemplo, en la toma de posesión de Gabriel Boric en Chile ni en la de Nayib Bukele en El Salvador. “El ministro Albares ha sido el ministro que más ha acompañado al Rey en sus viajes al exterior de la historia de nuestra democracia, además de haber sido el acompañante de la Princesa de Asturias en su primer viaje al exterior como heredera el pasado 2024”, recalca el Ministerio.
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