La guerra comercial desatada por Trump por los aranceles hunde al campo americano
Ya no son las lluvias, ni las sequías, ni los caprichos del mercado. La mayor amenaza del potente sector agrario estadounidense ha salido esta vez de los despachos de la Casa Blanca, según denuncian agricultores y granjeros de todo el país. Desde finales de 2024, el campo atraviesa una de sus peores crisis, provocada por las distintas reacciones que han suscitado las políticas del presidente Donald Trump. Por un lado, los productores han visto cómo caían en picado las exportaciones de algunos de sus productos, especialmente las de soja, pero también las de carne de vacuno, las de cerdo y las de productos lácteos. Por otro, han tenido que pagar más caros que nunca los fertilizantes, los abonos y otros productos importados. Y por si todo ello fuera poco, en tercer lugar, han sufrido las consecuencias de las leyes antiinmigración del republicano y se han encontrado, de la noche a la mañana, sin la mano de obra necesaria para afrontar las cosechas
[–>[–>[–>Aunque la administración Trump se comprometió hace un par de semanas que estudia un plan de rescate para aliviar la situación, el anuncio no convence ni al sector afectado ni tampoco a una parte del partido del presidente, que tiene en el medio rural un importante semillero de votos. El senador por Kentucky Randall Paul ha recordado, por ejemplo, que las ayudas no resuelven el problema estructural de fondo, que es la pérdida de mercados. Los agricultores coinciden en que este tipo de rescates alivian la urgencia del momento, pero no devuelven la estabilidad perdida. «Estos cheques no van a traernos de vuelta a los clientes», declaraba hace unos días el granjero Dave Kestel, productor de Illinois, en unas declaraciones recogidas por la CNN. Quienes sí defienden el plan lo califican de «puente necesario» hasta que se concreten nuevos acuerdos comerciales.
[–> [–>[–>Cumbre entre mandatarios
[–>[–>[–>
A la espera de ver cómo se concretan los acuerdos alcanzados el pasado jueves entre Trump y el presidente chino Xi Jiping, lo cierto es que, de entrada, la guerra comercial abierta a cuenta de los aranceles se ha cebado con el sector primario estadounidense, en particular con la producción de soja, que tenía a Pekín como cliente prioritario. Como ya hizo en 2018, el país asiático ha respondido a los nuevos gravámenes con un boicot sin paliativos, hasta el punto de que, mientras en 2024 las exportaciones de este cereal alcanzaban los 12.600 millones de dólares (un tercio de toda la producción norteamericana), ahora las ventas se han hundido prácticamente a cero. Además, China ha aprovechado el momento para diversificar su abastecimiento hacia Brasil y Argentina, países que no han dejado pasar la oportunidad para ocupar el espacio que antes era de EEUU. Según la consultora Oxford Economics, Estados Unidos difícilmente recuperará su antigua cuota, y el mapa global del comercio agrícola ha cambiado para siempre.
[–>[–>[–>
En un sector que se encontraba en una situación de por sí frágil, son miles las explotaciones que han perdido ahora su principal fuente de ingresos y los precios han caído a su nivel más bajo en una década. Según el datos del Departamento de Agricultura de EEUU, incluso antes del conflicto, la mayoría de los hogares rurales dependían de ingresos externos a la explotación para sobrevivir. En 2024, la media de ingresos procedentes directamente de la agricultura tenía un saldo negativo de -1.830 dólares al año.
[–>[–>[–>Una cosechadora cosecha campos de soja cerca de Gregory, Arkansas, el 24 de octubre. / Rory Doyle / BLOOMBERG
[–>[–>[–>
Plan de rescate
[–>[–>[–>
Ante la magnitud del daño, la Casa Blanca se prepara para reactivar un programa de ayudas similar al de 2019, cuando el propio Trump impulsó un rescate de 23.000 millones de dólares durante la primera guerra comercial con China. Ahora, el plan consistiría en utilizar los ingresos generados por los aranceles para compensar las pérdidas de los agricultores.
[–>[–>[–>
La secretaria de Estado de Agricultura, Brooke L. Rollins, culpaba hace un mes al gobierno de Joe Biden, a la que achacaba haber dejado un déficit agrícola de 50.000 millones de dólares. Sin embargo, los datos de su propio departamento muestran que las exportaciones agroalimentarias alcanzaron cifras récord en valor durante la presidencia de Biden, aunque las importaciones crecieron más rápido.
[–>[–>
[–>Otro tema que preocupa en Washington es saber cuáles serán las consecuencias políticas de lo que está pasando. El National Bureau of Economic Research (NBER), una organización sin ánimo de lucro, dedicada a la elaboración y difusión de la investigación económica, indica que, pese al daño económico que ya sufrió el campo norteamericano durante la primera Administración de Trump, las zonas rurales más afectadas siguieron apoyando al Partido Republicano en 2020, un comportamiento que los economistas definen como «el rompecabezas político del trumpismo agrícola«.
[–>[–>[–>
Suscríbete para seguir leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí