Prosigue la tercera algarada marroquí
Eran niños cuando la llamada Primavera Árabe, entre 2010 y 2012. Adolescentes cuando la rebelión rifeña de 2016-2017. Hoy son la generación Z en Marruecos, protagonizan una revuelta de jóvenes, algo amedrentados por las voces de ulemas e imanes al servicio del Estado. GenZ 212, el movimiento juvenil surgido en redes como TikTok o plataformas de juegos on line, envió una carta con sus reivindicaciones sociales al rey, al Palacio Real. Esperaban una respuesta de Mohamed VI en su discurso de apertura del año político pero el monarca ni los ha mencionado. Y la decepción puede prolongar los disturbios que cada día elevan la tensión. La carta que le enviaron es un memorial de agravios de una generación, con gran abundancia de estudiantes, que quiere que la escuchen en un Marruecos que mejora económicamente pero se olvida a los campesinos y clases bajas del Rif o del Atlas. Y con un 40% de paro. La mayoría son menores de 30 años. La «jogra», en árabe dialectal, sentimiento de vejación ante las humillaciones, parece despertar en los jóvenes desheredados.
[–>[–>[–>Los nuevos «rebeldes» protestan contra los poderes públicos, la oligarquía económica, pero no cuestionan la autoridad del rey, que todas las fuentes dan como la mayor fortuna del país. Y si las algaradas remitieron con los rezos de ulemas e imanes los hechos muestran que pueden recrudecerse los altercados pues en un intento de incendiar una comisaría hubo varios muertos, lo que no augura una pacificación de la situación. Algunas informaciones suavizan el clamor de las manifestaciones pero no son todos los protagonistas estudiantes con una visión de futuro bastante oscura; hay grupos más radicalizados que levantan su voz y fuerzan una visión más comprometida con la situación (hay dinero para grandes autopistas, monumentales estadios para la celebración del Mundial de Fútbol, etc. pero no para sus reivindicaciones). Imágenes de los altercados revelan una fuerza que recuerda la revuelta del Rif de hace nueve años. Según diversos testimonios, pocos esperaban esta explosión de rabia, que ya ha producido pobladas manifestaciones y varios muertos. Además de pedir mejoras en sanidad y educación públicas, los jóvenes, en su mayoría nacidos después de 1997, reclaman la lucha contra la corrupción que saquea la sociedad marroquí.
[–> [–>[–>Ha habido numerosas detenciones entre los estudiantes, que luego se incrementaron entre sus portavoces y los disturbios se fueron extendiendo por todo el país, atacando a oficinas bancarias, supermercados y pequeños comercios. En la sureña población de Leqliaa, con unos 90.000 habitantes y cercana a la turística Agadir, mientras un clérigo predicaba que protestar era legítimo, señalaba también que el Corán prohíbe la violencia y la destrucción. Pero estos jóvenes observan el lujo del turista que llega a sus playas y ven la diferencia que ellos soportan, el lujo de las nuevas autopistas, de las edificaciones, de las comunicaciones… además de su falta de representación en las instituciones. Esperaban la alocución anual del rey pero Mohamed VI no les reconfortó y la revuelta seguirá aunque volverá a ser reprimida como las anteriores. Libertad, dignidad y justicia social son los gritos de los manifestantes que se han escuchado en Rabat, Casablanca, Tánger, Alhucemas… en estos días.
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Podría considerarse esta revuelta como la tercera de este joven siglo, después de la de la Primavera Árabe, «disuelta» por el monarca, y la rebelión del Rif, un lustro más tarde. En la rifeña fueron detenidos muchos jóvenes y la represión fue contundente. En la comarca del Rif, de población bereber y con fama de rebelde, tiene un palacio de veraneo y «descanso» Mohamed VI, lo que contribuyó a la contundencia de la opresión a los rebeldes, que se levantaron tras la muerte de un joven en Alhucemas aplastado y triturado por un camión de recogida de basura. La policía había requisado su pescado y tirado al camión su mercancía. Hubo luego más muertes y las grandes manifestaciones denunciaron la falta de infraestructuras y servicio básicos, la carencia de equipamientos hospitalarios y un elevado nivel de paro. Fue un hecho parecido al que motivó e inició en Túnez, un lustro antes, la revuelta que se extendió por la franja mediterránea del norte de África y que, no tardó en ser reprimida. Ambas revueltas tuvieron lugar durante los otoños de los mencionados años, aunque la primera, como un intento de salida de largos inviernos dictatoriales, se conoció como la Primavera Árabe.
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