Así es el último trabajo editorial de Inés de Lavandera
No hace falta ser madre para saber que la noche antes de la operación de un hijo es una noche larga y oscura. La maestra tapiega Inés Fernández, más conocida por Inés de Lavandera, lo vivió en carne propia este año y, en lugar de llorar, que también, decidió escribir. Esa noche de incertidumbre parió una historia titulada «Mis orejas redonditas», que enseña a los niños a respetar y a convivir con lo diferente.
Su hijo Mateo nació con hipoacusia, que es la incapacidad total o parcial para escuchar sonidos en uno o ambos oídos, y al día siguiente de aquella noche larga iba a ser operado para colocarle un implante coclear. Aunque su pequeño se desarrolló con normalidad y jamás tuvo problemas para ser aceptado por sus compañeros, inspiró esta historia de un duende que, como Mateo (lleva audífonos desde muy pequeño), tampoco tiene las orejas como sus iguales.
Es el tercer cuento que edita la tapiega. «As tres xarolas» y «Bolo», editado tras ganar el premio «Quiastolita», están escritos en gallego-asturiano. Sin embargo, usó el castellano para «Mis orejas redonditas», que acaba de editar la editorial andaluza Apuleyo Ediciones. «Me salió el castellano, igual por estar en el hospital de Oviedo, pero surgió así y así lo dejé», cuenta sobre este trabajo que presentará próximamente en Tapia.
«La historia pretende explicar que todos somos diferentes en forma, tamaño, color y hasta en la personalidad y que todos debemos de ser tratados con igualdad. Este duende al que llamé Zapirolo nació con las orejas redonditas y no puntiagudas como los demás, pero él quería ser un duende de Papá Noel y tuvo que demostrar que sería capaz de hacerlo», resume Inés de este cuento navideño. Aunque su hijo nunca se sintió excluido, por su experiencia de maestra, Fernández sabe que sigue siendo necesario trabajar la inclusión. «Está escrito para concienciar a niños y mayores», añade.
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Cuenta la tapiega que este libro está lleno de pequeñas casualidades. Semanas después de escribir el cuento, lo envió a dos editoriales y a los dos días recibió la llamada del equipo de Apuleyo para expresar su interés. Lo llamativo es que la llamaron cuando salía del HUCA, a donde había acudido con su hijo Mateo para revisar la operación y colocar la parte externa del implante. «Me cayeron las lágrimas», cuenta Fernández. En la última página del cuento hay un agradecimiento especial al equipo de Hipoacusia del HUCA, que dirigen la Doctora Carro y el Doctor Núñez, también al equipo docente del colegio Príncipe de Asturias de Tapia y a los compañeros de su duende de orejas redonditas.
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