¿Cómo el ‘boom’ de los fijos discontinuos condiciona las estadísticas del paro?
El mercado laboral español lleva instalado en un ciclo de crecimiento sin precedentes durante el último lustro. Desde que empezó a recuperarse de la pandemia, España ha sumado alrededor de 3,5 millones de ocupados y se encuentra actualmente en máximos históricos de empleo, por encima de los 22 millones, según los últimos registros del INE. Nunca antes tantas personas habían estado trabajando de manera simultánea y el crecimiento español contrasta con un crecimiento menos explosivo –en algunos países incluso recesivo- dentro de la Unión Europea.
“Va como un cohete”, llegó a decir recientemente el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, respecto al mercado laboral. Un optimismo que desde la oposición el PP ha tratado de erosionar aludiendo a las históricas debilidades que sigue arrastrando la ocupación en España y que ya existían durante pasadas legislaturas: la tasa de paro más alta de la UE –que está siendo compatible con esos récords de empleo- o los nichos de temporalidad –que persisten en determinados sectores pese a las limitaciones interpuestas por la reforma laboral de 2021-, entre otros.
Hay una figura que ha concentrado especialmente las críticas del PP sobre la gestión del PSOE y Sumar: los trabajadores fijos discontinuos. Esta es una modalidad contractual ínfimamente empleada hasta la última reforma laboral -pactada entre Yolanda Díaz, patronal y sindicatos- y que tras la misma ha experimentado un notable ‘boom’.
¿Cuántos fijos discontinuos hay?
Los datos de la Seguridad Social permiten saber cuántos trabajadores fijos discontinuos están activos, pero no cuántos están inactivos. Este pasado julio estaban dados de alta un total de 924.885 fijos discontinuos, frente a los 302.922 que había el mismo mes pero de 2019 (un año justo antes del covid). Este verano representan alrededor del 5,3% de ocupados, una magnitud mayor pero residual.
El volumen de personas empleadas mediante esta fórmula ha crecido, en tanto que la última reforma laboral buscaba que gran parte de los contratos temporales migraran hacia fórmulas más estables como esta. Un fijo discontinuo no trabaja todo el año, pero tiene la garantía que le volverán a llamar y ante un despido tiene una mayor protección que un temporal al que se le agota el contrato.
Esa migración contractual, en gran medida, ha sucedido. Una parte de temporales se han convertido en indefinidos fijos discontinuos, si bien la mayoría ha mutado en indefinidos a tiempo completo o a tiempo parcial. Volviendo a los registros de la Seguridad Social, en julio de 2019 había 4,6 millones de trabajadores con contrato temporal (31% del total de ocupados); hoy hay 2,3 millones y representan el 13,1% de los ocupados. Sumados hoy los fijos discontinuos a los temporales muestran que alrededor de la mitad del entonces empleo temporal ha mutado en fórmulas estables durante todo el año.
¿»Maquillan» los datos del paro?
Desde el PP han calificado el actual sistema de cómputo de los fijos discontinuos en las estadísticas de paro de “maquillaje” por parte del Gobierno. Ya que consideran que como los fijos discontinuos no computan automáticamente como parados cuando no están activos ello provoca que los datos globales de desempleo crezcan menos en temporada baja. Y es que, según la metodología vigente, «parado» es alguien sin una relación laboral en curso y si la misma está suspendida no figura como parado.
El método de cálculo de los fijos discontinuos, no obstante, no ha variado desde su estipulación a finales del siglo pasado y es el mismo que cuando gobernaba Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy. La actual dirección del Ministerio de Trabajo recuerda que las bases vigentes sobre cómo calcular el paro registrado viene de en una orden ministerial de 1985 y replica al PP que gran parte de la información de la que dispone se la distribuyen mes a mes las autonomías, varias de estas gobernadas y gestionadas por dirigentes de su partido.
Según dicha definición, un fijo discontinuo no computará nunca como parado, como mucho lo hará como demandante de empleo si durante el tiempo que no trabaja en su empresa principal busca trabajo de otra cosa. Según los últimos datos disponibles, además de los 2,5 millones de parados registrados hay 1,3 millones de personas apuntadas al Sepe que declaran estar ocupados, si bien el organismo no especifica ni desglosa si estos están en activo o no o si tienen un contrato fijo discontinuo, uno indefinido a tiempo completo o uno temporal.
El PP ha persistido en su crítica sobre el método de conteo e incluso ha llegado a solicitar a la Unión Europea que inste a su oficina estadística, Eurostat, ha modificar sus metodologías y compute a los fijos discontinuos como inactivos.
Mejor la EPA que el Sepe
Existe un amplio consenso entre los investigadores acerca de la poca fiabilidad que tienen determinadas estadísticas para explicar el paro y coinciden en que la buena salud o no de un mercado laboral se mida mejor a través del volumen de ocupados. Los datos del Sepe suelen ser los más desdeñados -no cumplen con los criterios de fiabilidad de la OIT- por el sesgo de autoselección que el sistema de prestaciones genera. La mayoría de parados apuntados en las oficinas de empleo lo están porque ello les da derecho a cobrar una prestación y quien no tiene derecho, porque no ha cotizado lo suficiente para ello, no suele apuntarse.
Esto históricamente ha explicado la diferencia entre los datos del paro del Sepe y de la EPA del INE, que reflejan cifras algo superiores y más fiables, si bien recientemente la brecha entre ambos indicadores se ha reducido. Casas de estudio como Fedea lo asocian a una mayor dificultad para medir el grado de activación o no de los parados y otras, como el BBVA, han creado indicadores complementarios en sus análisis para tratar de medir mejor el desempleo.
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