CONFLICTO SÁHARA | Trump aprieta en la ONU para validar el plan de Marruecos sobre el Sáhara
El tablero geopolítico frente a Canarias se enfrenta a una nueva sacudida. En plena recomposición del orden mundial, Donald Trump centra su atención en un conflicto que lleva medio siglo sin resolverse y que el Archipiélago sigue con especial interés: el del Sáhara Occidental. Estados Unidos busca que la ONU respalde el plan de autonomía que propone Marruecos para la antigua colonia española, lo que implicaría cerrar la vía de independencia del pueblo saharaui. Si el Consejo de Seguridad aprueba la propuesta de Washington, el equilibrio político, económico y militar en la región —a apenas 100 kilómetros de las Islas— podría modificarse de manera significativa.
[–>[–>[–>Las Naciones Unidas renovarán mañana el mandato de la Minurso, la misión de paz creada en 1991 para gestionar la disputa en el Sáhara. Washington aprovechará la ocasión para presentar un proyecto de resolución que refuerza el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el territorio, un paso que supondría un giro histórico frente a la postura mantenida por la comunidad internacional durante cinco décadas.
[–> [–>[–>El movimiento de Trump da continuidad al giro diplomático de su primer mandato, cuando en 2020 reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de que Rabat normalizara relaciones con Israel en el marco de los Acuerdos de Abraham. Aquel pacto alteró el equilibrio político en Oriente Medio y el norte de África. Hoy, sin embargo, la situación es mucho más frágil: Marruecos enfrenta protestas sociales de jóvenes que reclaman cambios profundos, mientras crecen los rumores de sucesión en la monarquía alauí.
[–>[–>[–>
La consolidación del dominio de Rabat abriría la puerta al control de tierras raras, gas y pesca frente al Archipiélago
[–>[–>[–>
La iniciativa coincide además con el 50 aniversario de la Marcha Verde, la operación con la que Marruecos se anexionó el Sáhara Occidental en 1975, cuando aún era colonia española. Desde entonces, España renunció al control del territorio y el Frente Polisario inició una resistencia que, aunque silenciada, permanece activa y sin resolución política. El viraje diplomático de Trump fue respaldado por varios países occidentales —Francia, Alemania, Reino Unido— y, de manera más sorprendente, España. La carta enviada por Pedro Sánchez al rey Mohamed VI, en la que calificaba la propuesta marroquí de autonomía como «la base más seria, creíble y realista» para resolver el conflicto, rompió décadas de neutralidad diplomática y generó un profundo malestar en las Islas, donde el sentimiento prosaharaui ha sido históricamente mayoritario.
[–>[–>[–>Colonización económica
[–>[–>[–>
Canarias observa este giro con inquietud. La proximidad geográfica y los profundos lazos sociales y económicos con el Sáhara hacen que cada cambio en el conflicto tenga repercusiones directas en el Archipiélago. Una eventual consolidación del dominio marroquí abriría la puerta al control de recursos estratégicos frente a las costas isleñas: yacimientos de gas, petróleo, tierras raras y bancos de pesca sobre los que Marruecos ya reclama soberanía. Tanto es así que la Unión Europea ha suspendido los acuerdos de pesca con Rabat precisamente porque incluían aguas saharauis. Además, Marruecos lleva años impulsando una colonización económica del territorio, con grandes inversiones turísticas e infraestructuras en ciudades como Dajla o El Aaiún, proyectos que reforzarían su control político y desplazarían a la población local.
[–>[–>[–>
En los últimos días, miles de saharauis han protagonizado protestas en los campamentos de Tinduf, en el oeste de Argelia, para expresar su rechazo a la propuesta estadounidense. Exigen que la ONU no legitime la ocupación marroquí ni renuncie al referéndum de independencia prometido hace más de tres décadas. El Frente Polisario ha calificado el plan de Trump como «una desviación muy peligrosa y sin precedentes de los principios del derecho internacional», al considerar que socava la base jurídica de la causa saharaui, que se fundamenta en el proceso de descolonización aún inconcluso de la antigua provincia española.
[–>[–>
[–>La postura rusa
[–>[–>[–>
No está claro, sin embargo, que la propuesta estadounidense prospere en su formulación actual. Rusia —miembro permanente del Consejo de Seguridad con derecho de veto— mantiene una relación estratégica con Argelia, principal aliado del Polisario, y ha sido históricamente un contrapeso frente al expansionismo marroquí. Consciente de ello, Rabat envió el pasado 13 de octubre a su ministro de Exteriores, Nasser Bourita, a Moscú para reunirse con Serguéi Lavrov. Tras el encuentro, el jefe de la diplomacia rusa afirmó que el plan marroquí podría prosperar «si todas las partes lo acuerdan bajo la supervisión de la ONU».
[–>[–>[–>
Rusia mantiene su papel de contrapeso al expansionismo marroquí y podría influir en la votación de mañana
[–>[–>[–>
En Rabat, esas declaraciones se interpretaron como una posible señal de abstención rusa, aunque el Frente Polisario no comparte esa lectura. El movimiento ha reiterado en numerosas ocasiones que no aceptará ninguna solución impuesta desde el exterior y sigue defendiendo la propuesta presentada ante la ONU, en la que plantea negociar un acuerdo político “mutuamente aceptable” con Marruecos.
[–>[–>[–>Un factor clave en este escenario es la iniciativa directa de Trump. Su asesor y uno de sus hombres de máxima confianza, Steve Witkoff, reveló a la cadena CBS que Estados Unidos trabaja en “un acuerdo de paz” entre Marruecos y Argelia, con la meta de cerrarlo «en 60 días». En este marco, la cuestión saharaui se sitúa en el centro de las negociaciones. Todos estos movimientos impulsados desde la Casa Blanca ponen sobre la mesa interrogantes como: ¿a cambio de qué promueve Trump estas iniciativas? ¿Podría Washington estar buscando derechos de explotación de los recursos naturales del Sáhara, así como concesiones energéticas o estratégicas en la región?
[–>[–>[–>
Suscríbete para seguir leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí