El amor al trabajo es un caballo de Troya a la precariedad
De un empleado actualmente ya no se espera únicamente que venga y haga su trabajo, sino que acuda gustoso y contento. Que vaya de ‘after work’ con su jefe y sus compañeros, que sea parte de la empresa, que se identifique con ella y que haga sacrificios por ese trabajo, como cualquiera haría por un ser querido. Si ataño eran la mayoría los oficios en los que ser eficiente era suficiente, hoy cada vez hay más profesiones que se confunden con vocaciones. Esa difícil relación, tóxica en más de una ocasión, es la que analiza en su último libro traducido al castellano y al catalán la estadounidense Sarah Jaffe (Denton, 1986): ‘Trabajar, un amor no correspondido’ (Capitan Swing)/ ‘La feina no t’estimarà’ (Ara Llibres).
Un empresario me dijo que su misión era crear una empresa en la que sus trabajadores soñaran con el domingo por la noche, porque eso significaría que al día siguiente les tocaría volver a ir a trabajar. ¿Qué le diría?
¿Qué hizo para lograrlo?
Instaló videojuegos en la sala de descanso y repartía fruta gratis.
Hay empresas que en vez de dar a sus trabajadores las condiciones para que ellos se construyan su propio mundo prefieren construir ese mundo en la oficina. Uno de los trabajadores que entrevisto en mi libro, Kevin, programador de videojuegos, me destacaba que su día preferido era el viernes, porque la empresa les traía a la oficina comida casera… Si te la comes en la oficina, ya deja de ser ‘casera’, ¿no? A muchas personas jóvenes puede seducirles eso, pero luego se hacen mayores, quieren tener citas, formar una familia y pasarte todo el día en la oficina es bastante incompatible con ello.
Muchas empresas han eliminado el teletrabajo solo por su obsesión de controlar a los empleados
¿Por qué las empresas que gastan dinero en videojuegos y fruta en la oficina no lo destinan a subir sueldos?
Porque entonces dejarían de tener el control. Es lo mismo que ha sucedido con el teletrabajo. Muchas empresas, después de la pandemia, lo han eliminado. No porque sus empleados sean más o menos productivos, sino porque a distancia les cuesta más controlarlos. Tener el control es lo que históricamente los jefes siempre han querido. En Estados Unidos las compañías gastan miles de millones de dólares en abogados que anulen las reivindicaciones sindicales en vez de atender los incrementos salariales que les piden sus trabajadores. En muchos casos les saldría más barato subir sueldos, pero el tema no es económico, es sobre quién está al mando.
Sobre todo si te gusta tu trabajo…
Exacto. Se está generalizando la idea de que tu jefe es responsable de tu felicidad y eso es otra forma de control. Si teletrabajo, puedo hacerlo en pijama, enfadada, gritando o llorando, pero si estoy en la oficina tengo que fingir que estoy encantada de estar allí, porque tu jefe está contando cómo de feliz eres y eso condicionará tu futuro en la empresa.
¿Significa que no debo ser feliz en el trabajo?
Significa que el amor al trabajo puede ser una puerta a la precariedad.
A los millonarios no les gusta trabajar, las clases pudientes son las clases del ocio
¿Cree que a Donald Trump le gusta su trabajo?
No, nunca está en la oficina, siempre está jugando a golf. A su lado George W. Bush parece un ‘currante’. A Trump le gusta poder dar un gran mitin racista y que un montón de gente le aclame. Le gusta tener el poder, el control, pero no le gusta trabajar. A la gran mayoría de multimillonarios no les gusta trabajar. Jeff Bezos, por ejemplo, está más pendiente de viajar al espacio con su novia. Ya lo dice Thomas Pikkety, históricamente las clases pudientes son las clases del ocio.
Elon Musk presume que su gente de la agencia para la eficiencia gubernamental trabajan 120 horas semanales…
¿Se refiere a ‘Big Balls’ [el apodo de uno de los principales asesores de Musk, de 19 años de edad]? Eso es lo que le gustaría … esas personas solo van a los departamentos tratando de despedirse, enviar algunos correos electrónicos y luego hacer una ‘selfie’ en su oficina. Eso no funciona 120 horas a la semana … Musk proyecta la idea de que son mucho más eficientes debido al mero hecho de trabajar muchas más horas y eso no tiene sentido. Tiene la intención de justificar su gran fortuna diciendo que trabaja durante muchas horas.
Musk proyecta la idea de que es mucho más eficiente por el mero hecho de trabajar muchas más horas y eso es una tontería
Musk no es el único que invoca esa legitimidad de trabajar muchas horas, muchos políticos presumen de levantarse a las cinco de la mañana…
Y si tú no te levantas a las cinco de la mañana es porque eres un vago, porque no vales y por eso eres pobre. Un conductor de Uber o un repartidor de Glovo nunca se harán ricos por muy pronto que se levanten y por muchas horas que trabajen.
¿Darían mejor ejemplo los políticos si anularan una reunión para cuidar de sus hijos que levantándose a las cinco de la mañana?
Totalmente. La idea de que nuestras responsabilidades fuera del trabajo son secundarias o no son importantes es ridícula. Todo el mundo es importante, pero nadie debe ser imprescindible.
Hoy en día es más complicado ser ambicioso porque el trabajo te reporta menos
Entre muchos jóvenes se está popularizando el concepto de ‘quiet ambition’, que básicamente se resume en hacer tus horas, irte a casa y desconectar. ¿Les falta ambición?
En las huelgas estudiantiles de ‘Friday for future’ vi una pancarta que rezaba: “¿Para qué voy a estudiar duro si no voy a tener ni trabajo ni planeta?”. Hoy en día es más complicado ser ambicioso porque es más complicado que el trabajo te reporte las mismas condiciones materiales que hace unos años reportaba.
Suscríbete para continuar leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí