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El sanchismo cierra 2025 como el gobierno más salvaje en el saqueo al ciudadano

El sanchismo cierra 2025 como el gobierno más salvaje en el saqueo al ciudadano
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  • Publisheddiciembre 28, 2025




La deriva fiscal que comenzó como una respuesta de emergencia a crisis pasadas se ha convertido, bajo el mandato de Pedro Sánchez, en una implacable maquinaria recaudatoria que ha llevado la presión fiscal a máximos históricosaprovechando también el viento de cola de la inflación que actúa como un impuesto invisible y cruel. Es decir, Sánchez ha aprovechado la crisis inflacionaria que vivimos, que actúa como un agente empobrecedor sistemático de toda la población, para llenar las arcas del Estado como nunca antes se había visto.

Si miramos atrás, la trayectoria es alarmante. José Luis Rodríguez Zapatero inició la senda del gasto que acabó en un desplome de los ingresos, lo que le obligó a subir el IVA en 2010 como último recurso. Mariano Rajoy, a pesar de sus promesas electorales, utilizó a Cristóbal Montoro para llevar a cabo una masiva subida de impuestos en 2012 para evitar el rescate, fijando el IVA en el 21% y subiendo el IRPF. Sin embargo, lo que entonces se presentaron como medidas «temporales y excepcionales», bajo el actual Gobierno se han convertido en la norma estructural.

Perfeccionando el «atraco» silencioso

El Gobierno de Pedro Sánchez no sólo ha mantenido los niveles de sus antecesores, sino que los ha corregido y aumentado con una preocupante sofisticación técnica. La estrategia es doble: por un lado, la creación de nuevas figuras impositivas (Google, impuestos Tobin, grandes fortunas e impuestos a la banca y la energía); por el otro, el explotación política de la inflación.

Al negarse sistemáticamente a deflactar el impuesto sobre la renta personal (ajustar los tramos impositivos al aumento de los precios), el Ejecutivo ha incurrido en lo que los economistas llaman «progresividad fría». El resultado es perverso: cuando un trabajador consigue un aumento salarial para no perder poder adquisitivo ante el aumento del coste de la vida, el Tesoro se le echa encima al cuello, desplazándolo a una categoría impositiva más alta. No es más rico, pero el Estado lo trata como si lo fuera. Por cada 100 euros de incremento salarial, se estima que Hacienda se queda con hasta 57 euros entre impuestos y cotizaciones.

Una colección de discos sobre el empobrecimiento

Los datos de 2024 y las proyecciones para 2025 son escalofriantes. La recaudación de impuestos ha pulverizado todos los registros históricos, superando los 294.000 millones de euros. Mientras las familias hacen malabarismos para llenar sus cestas de la compra (un 36% más caras que hace tres años), las arcas estatales están desbordadas. La presión fiscal en España roza ya el 39% del PIB, cerrando la brecha con Europa asfixiando a clases medias y empresas.

El cuna Impuesto español—la diferencia entre lo que paga el empleador y lo que recibe el empleado— Ya está entre los más altos de la OCDE. Esta voracidad no sólo empobrece a los ciudadanos de hoy, sino que también obstaculiza la competitividad y el ahorro del mañana. España no tiene un problema de falta de ingresos; Tiene un gobierno con un apetito fiscal insaciable que ha convertido la inflación en su mejor aliado recaudatorio, a costa de la prosperidad de quienes trabajan.



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