El sector está aún en estado de trauma tras el cierre de USAID
Uno sabe que el terror de la hambruna se cierne sobre un lugar cuando empiezan a verse pulseritas de plástico para medir el grosor de los brazos de los niños afectados; esas mismas pulseras visibilizan también la esperanza, porque significan que hay médicos atendiendo a los débiles entre los débiles. Esas pulseritas son ya parte del paisaje sanitario en la localidad de Baidoa (Somalia), que sufre una crisis humanitaria grave causada por la guerra, los desplazamientos forzosos y una sequía recurrente con cuatro temporadas de lluvias fallidas.
[–>[–>[–>Al menos cuatro millones de personas se enfrentan a la inseguridad alimentaria. Cerca de dos millones de niños menores de cinco años pueden sufrir desnutrición aguda de aquí a mediados de 2026. El pasado 10 de noviembre, el Gobierno Federal de Somalia declaró formalmente la emergencia por sequía y pidió ayuda internacional urgente ante el deterioro de las condiciones. “Los recortes han provocado que haya menos suministro y distribución de leche terapéutica, que evita que muchos niños somalíes caigan en la desnutrición grave. Además, también por los recortes, hay menos servicios básicos de salud y nutrición en las zonas rurales”, explica a EL PERIÓDICO Raquel González, coordinadora de Médicos Sin Fronteras (MSF) España.
[–> [–>[–>“Así que han aumentado los niños que tienen que recibir atención. En el servicio de nutrición que tenemos en la región de Mudug, se ha pasado de 700 hospitalizados entre enero y noviembre de 2024 a 1.700 hospitalizados en el mismo período de este año. En el hospital regional de la ciudad de Baidoa, hemos pasado de 8.700 a 12.600 casos este año. Tememos que todo empeore pronto, porque en marzo Reino Unido debería renovar su ayuda clave a la sanidad somalí”. La retirada de fondos ha tenido en Somalia un efecto en cadena. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, por ejemplo, ha limitado la ayuda alimentaria a 350.000 personas, a pesar de que hay 3,9 millones necesitadas.
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Cooperante de Médicos Sin Fronteras en Sudán / Médicos sin Fronteras
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Cierre de los programas de USAID
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“Ha sido un año muy traumático para la cooperación y la ayuda humanitaria, en shock desde que se anunció el cierre de USAID (la agencia de ayuda humanitaria estadounidense) y los recortes de países como Francia y Alemania y, en menor medida, Reino Unido”, valora en conversación con EL PERIÓDICO Paco Rey, Codirector Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria. La organización acaba de presentar, junto a Médicos Sin Fronteras, su balance de la acción humanitaria de 2024.
[–>[–>[–>El año pasado ya había sido un año de recortes. Unos 5.000 millones menos solo en ayuda humanitaria, una de las dos patas junto a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), un 10% de reducción. La reducción para 2025 se estima en un 34% menos respecto al récord de 2023. Todo va a peor muy rápidamente.
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Se han producido miles de despidos en las principales agencias internacionales: ACNUR, UNICEF, FAO, etc. Naciones Unidas intenta aguantar aplicando lo que se ha dado en llamar “reseteo humanitario”. “Muchas agencias han recortado más del 25% del personal, y siguen despidiendo. Hasta ahora, tenían fondos comprometidos de años anteriores, pero se van acabando, especialmente en sede”, apunta el experto. “Todo esto ha tenido impacto en ciertas áreas más que en otras: salud sexual y reproductiva, violencia de género y protección, refugiados”. Todo lo que la nueva política reprueba. “Es regresivo: Todo lo que tiene que ver con derechos sexuales y reproductivos está amenazado, tras décadas de avances. Estados Unidos era el mayor donante en esos programas, con un 40% del total”, subraya Raquel González.
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[–>“Hiperpriorización” en la acción humanitaria
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Para salir adelante, las ONG están aplicando el paradigma de la “hiperpriorización”: centrarse en aquellos programas que atienden a la población con más necesidad, y abandonar los que buscan soluciones de fondo y duraderas a los problemas. “Se centra todo solo en salvar vidas, en una visión muy anticuada de la cooperación que ignora cómo ayudarles en el largo plazo”, dice Rey.
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Sobre el terreno, el impacto es mortal. Tras los recortes de Estados Unidos, el personal sanitario del hospital del condado de Renk de Sudán del Sur dejó de cobrar. La maternidad y la pediatría se quedaron vacías. Ese mismo país ha sufrido recientemente un brote de cólera con más infecciones de las esperadas. El sistema sanitario es muy frágil, y los recortes de financiación han obligado a cerrar centros de salud y servicios esenciales, como la distribución de agua, clave para evitar la expansión del cólera, explica Raquel González. El resultado: 93.000 casos y 1.500 muertes por la enfermedad. Ahora, el país se enfrenta a un brote de hepatitis C.
[–>[–>[–>España mantiene el tipo
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¿Hay alguien más llenando el vacío dejado por los grandes contribuyentes? La respuesta corta es que nadie. China está aumentando su contribución, pero los datos que da son muy opacos y mezclan temas comerciales con la AOD: “Se sabe que está creciendo sobre todo porque se ve más presencia china sobre el terreno”, dice Rey.
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España aún no ha dado cifras actualizadas de este año, pero en 2024 mantuvo el tipo en cifras globales de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), con un 11,8% más que el año anterior. El componente humanitario, sin embargo, se ha reducido, en parte porque el efecto inicial del aumento de la ayuda a Ucrania en los primeros años de la guerra.
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Sevilla acogió este año la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas. Fue deslucida porque prácticamente ningún jefe de Estado o Gobierno de las grandes potencias acudió a la cita, con la excepción del presidente francés Emmanuel Macron. Los Gobiernos están ahora más preocupados ahora por el gasto en defensa y el rearme en un mundo cada vez más violento y sin reglas.
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La deuda de las naciones ricas a las pobres sigue comiéndose la ayuda al desarrollo, en un círculo vicioso. En la cumbre de Sevilla se avanzó, por ejemplo, para que a la hora de contabilizar la ayuda no se contabilice esa deuda.
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Las organizaciones humanitarias advierten: la ayuda no se recorta en cifras, sino en vidas. Y 2025 ha dejado claro que la factura la pagan los más débiles.
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