Ezio Gavazzeni, escritor que destapó los ‘safaris asesinos’ en la guerra de Bosnia: «Sarajevo era la preferida, pero también mataban en Mostar, Pale y Srebrenica»
El escritor y periodista Ezio Gavazzeni (Milán, 66 años) reprograma la entrevista dos veces: la primera, porque se ha equivocado de hora; la segunda, porque su teléfono colapsó. No es un escurridizo. Solo está desbordado por la enorme atención mediática que ha suscitado la apertura de una investigación de la Fiscalía de Milán sobre los llamados ‘safaris humanos’: cacerías de ricos turistas occidentales que pagaban por el placer de matar a civiles en distintas ciudades de Bosnia durante el cruento conflicto interétnico que asoló el país balcánico entre 1992 y 1995, ocasionado por el desmembramiento de Yugoslavia.
[–>[–>[–>La razón es una. Gavazzeni, que responde a EL PERIÓDICO desde Milán, es quien primero investigó y luego presentó la denuncia que ha llevado a la Justicia italiana a abrir una investigación por homicidio múltiple agravado por motivos abyectos y crueldad —un delito que no prescribe— en este horrífico caso. «Aunque no me sorprende la indignación casi planetaria que se ha generado. Aquí estamos hablando de un mal que actúa como en un videojuego, con víctimas que no te importan, que ves a través de un visor y a las que matas así, sin más. De la indiferencia más malvada, porque gratuita, y es algo que ha nacido desde dentro», inicia diciendo.
[–> [–>[–>–¿Desde dentro…? Explíquelo. ¿Habla de Europa?
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-Desde dentro de nuestras sociedades, sí, porque todos los clientes [francotiradores] Eran occidentales, muchos italianos, pero también alemanes, ingleses, franceses…
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-No tenemos testimonios que indiquen la presencia de españoles. Tenemos testimonios que hacen referencia directa a italianos y que también mencionan esas otras nacionalidades de las que hablé. El testigo también habló de EEUU y Canadá.
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[–>–¿De cuántos francotiradores-turistas estamos hablando: 5, 10, 100?
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-No puedo confirmar este dato porque forma parte de la investigación judicial en curso. Solo puedo decir que había muchos, muchísimos italianos, alrededor del 50%. Eran el grupo preponderante.
[–>[–>[–>–Ha descrito a estas personas como gente adinerada, con buena reputación, empresarios y apasionados de las armas. ¿Qué más ha podido reconstruir de las identidades de estas personas? ¿Habría gente conocida públicamente?
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-Lo primero que quisiera decir es que detrás de esto no había motivos políticos. Esto no tiene importancia. Estamos hablando de empresarios y profesionales con mucho dinero, eso sí. Un ‘safari’ individual para un fin de semana, que es cuando se llevaban a cabo estas cacerías, podía costar el equivalente a un piso de tres habitaciones en una buena zona de Milán, es decir, unos 250.000 o 300.000 euros de hoy. Hablamos de gente rica, muy integrada en la sociedad, con reputación, que iba a polígonos de tiro, apasionados de armas y caza, y también posiblemente vinculada a los safaris de animales en África.
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–¿Está diciendo que las organizaciones que orquestaron estos safaris humanos están vinculadas a la caza ilegal de animales en África?
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-No estoy diciendo esto. Pero sí lo hubo también involucrados en safaris [de animales] en África; no todos, pero algunos. Las personas quizás cansadas de cazar sólo animales, que querían subir el listón, tienen más adrenalina.
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–¿El tráfico de drogas y armas tiene alguna relación con esta historia?
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-No directamente. Aunque sí fueron fenómenos colaterales, cercanos, que transitaban por los mismos canales, pero no hay un vínculo directo.
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–¿Y las armas, dónde las compraban? ¿En Italia?
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-Digamos que sí y no. En algún caso, se las proporcionaban allí.
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–Y las organizaciones…
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-Como dije, no puedo contar mucho, pues he entregado toda la documentación a la fiscalía [de Milán]. Puedo decir esto: si soy un hombre de negocios de Milán y quiero disparar contra civiles durante una guerra y tengo que pasar por puntos de controlencontrar criminales y luego cruzar también las líneas serbias de Bosnia hasta llegar a las colinas de Sarajevo, necesito que alguien me acompañe.
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–¿Pero hablamos de una red italiana, europea, local…?
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-Tampoco puedo responder a esto, pondría en peligro la investigación judicial en curso. Sí hablamos de una organización con ramificaciones, y por eso lógicamente [los fiscales] Están investigando tanto a los clientes como a la organización.
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–¿Vínculos con el crimen organizado italiano?
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-Podría ser, podría ser…
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–¿Es verdad que pagaban más para disparar contra niños?
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-Lo que puedo decir es que no rechazaran a los [niños]Eso no, en absoluto. Mataron a todos: niños, mujeres, hombres y ancianos. No excluyeron a nadie.
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–¿Y viajaban solo a Sarajevo?
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-No. Sarajevo era el lugar donde era más fácil esconderse en las colinas, pero estas cacerías también ocurrían en Mostar, Pale, Srebrenica y otras ciudades bosnias donde los musulmanes bosníacos habían sido rodeados por los serbobosnios. Los turistas eran llevados a Bosnia y luego decidían. Sarajevo era la preferida porque era la ciudad más grande, con más población, más fácil para matar, mientras que en Mostar la gente podía esconderse mejor.
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–¿Por cuánto tiempo duraron estos safaris?
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-Todos los fines de semana desde 1992 hasta 1996. Empezaron enseguida, poco después de que se dieron cuenta de que había un negocio.
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–Han pasado 30 años desde entonces y ahora muchos dicen que ya se sabía. ¿Por qué tuvo que pasar tanto tiempo para la abertura de una investigación y cree que existe riesgo de prescripción?
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-No, no hay peligro de prescripción porque la investigación se abrió por homicidio múltiple agravado por motivos abyectos y crueldad, y eso prevé la cadena perpetua, que no prescribe [en el ordenamiento italiano]. ¿Por qué ha pasado tanto tiempo? Me he hecho esa pregunta. Es cierto que hace 30 años ‘Il Corriere’ escribió un reportaje al respecto, con testimonios recogidos por la Fundación Elio Basso. Otro artículo apareció también en el diario La Stampa. La pregunta es: ¿en la Fiscalía de Milán o en la Fiscalía de Turín nadie leía los periódicos? Lo mismo con lo de los Servicios Secretos. Es cierto que por ley no tienen obligación de avisar a los tribunales si detectan un delito, pero ¿lo hicieron por este motivo o por otro, porque quizás el [a los francotiradores-turistas] ¿Vieron por televisión todos los días…? Quién sabe… La pregunta es legítima, sólo que ahora hay un fiscal. [Alessandro Gobbis] que puede llegar a lugares a los que no tengo acceso.
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–¿Qué respuesta se ha dado usted mismo?
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-Que la gente involucrada en esta historia es muy rica y poderosa, infiltrada en el tejido social, con una reputación conocida y reconocida.
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–¿Las víctimas tendrán justicia algún día?
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-El problema es que las víctimas estaban en Sarajevo y los organizadores [de los safaris] No eran estúpidos; Les hicieron disparar con las mismas armas que usaban los serbios de Bosnia, es decir, las [fusiles de combate] 7.62 OTAN [también conocidos como FAL]. Entonces, ¿cómo distinguir quién disparó a un niño o a una mujer? Por este motivo, junto con mi equipo de abogados Nicola Brigida y Guido Salvini, hemos sugerido a la ciudad de Sarajevo que se presente como «parte agraviada». Si lo hacen, la ciudad también será la víctima. Y también podrían abrirse investigaciones en otros países europeos.
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–¿Cree que este macabro turismo continúa ocurriendo hoy día, por ejemplo, en las guerras de Ucrania, Gaza o Sudán?
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-Me he hecho esa pregunta y solo tengo informaciones difusas. Además, sin duda, el contexto ha cambiado. En esas guerras [por la disolución de Yugoslavia] hubo mucho caos; No había dos ejércitos enfrentados, sino facciones, grupos étnicos, fronteras inciertas, paramilitares, todo. Y ahí en el medio era muy fácil infiltrarse; Así nació esta organización de los fines de semana, que iban y venían, y quizás luego incluso iban a misa, en paz. Hoy en día viajar a Ucrania es más complicado, aunque hay rumores de personas infiltradas en los voluntarios. Entonces sí, creo que el turismo de guerra todavía existe, aunque es difícil decir si es tan sofisticado hoy en día.
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–¿Qué ha pasado desde que el caso se hizo público?
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-Nosotros no queríamos que este caso se hiciera público, pero esta semana hubo una filtración y por ello salimos a hablar de lo que hemos investigado. Lo positivo es que me han contactado nuevos testigos y yo ya he enviado toda esta nueva documentación a los fiscales.
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–¿Es cierto que no ha tenido acceso a fuentes serbias?
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-Sí, los serbios siguen diciendo que es una leyenda urbana.
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–¿Qué sigue ahora?
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-Mi esperanza es que esta investigación lleve a identificar a algunos de los clientes de estas cacerías. Y que los arresten.
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–¿Es posible?
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-Sí. Que encuentren a dos o tres creo que sí, es posible. Hay pruebas. Y yo también he pedido que me escuchen.
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