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Gabriel Boric, el desencanto de las promesas de cambio

Gabriel Boric, el desencanto de las promesas de cambio
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  • Publisheddiciembre 12, 2025




Gabriel Boric llegó a La Moneda el 11 de marzo de 2022, a los 36 años, como el presidente más joven en la historia de chile y figura emblemática del Frente Amplio surgido de las movilizaciones estudiantiles y del ciclo de protestas que desembocaron en el estallido social de 2019. Su coalición aprovechó el descontento contra el modelo heredado de la transición, con la promesa explícita de reemplazar la Constitución de 1980, vinculada a Augusto Pinochet, y dejar atrás lo que calificaron como “30 años” de abusos y una política capturada por las élites.

Esta historia se basó en una autoproclamada superioridad ética sobre la clase política tradicional, que quedó simbolizada en la frase del entonces ministro Giorgio Jackson, cuando afirmó que La “escala de valores y principios” de su generación distaba mucho de la de quienes les precedieron, lo cual fue leído transversalmente como una proclamación de superioridad moral.

Con el tiempo, el propio Jackson matizaría sus palabras, pero la idea de una generación “avanzada” en la sociedad reaparecería tras el fracaso del proceso constituyente, cuando líderes del oficialismo sugirieron que el Gobierno iba “más rápido” que el país en la lectura de los cambios sociales, alimentando la percepción de desconexión con amplios sectores de la ciudadanía.

Éxitos de su administración

El Gobierno de Gabriel Boric, pese al desgaste político, logró impulsar reformas estructurales relevantes. Destacan el relevo generacional y de género en la dirigencia del país, con un gabinete mayoritariamente femenino, el Reducción gradual de la jornada laboral a 40 horas. y la histórica subida del salario mínimo hasta los 500.000 pesos, unos 470 euros. También avanzó en derechos sociales con la Ley Karin contra el acoso laboral y la ley que fortaleció el pago efectivo de las pensiones alimentarias, además de lanzar la Estrategia Nacional del Litio para posicionar al Estado en un sector clave para la transición energética. Además, aprobó una reforma estructural de pensiones en 2025 que fortaleció el pilar solidario y los aportes patronales.

Promesas truncadas y desgaste interno

El mayor fracaso político del Gobierno de Gabriel Boric fue el proceso constituyente: Dos plebiscitos (2022 y 2023) terminaron en rechazo y mantuvieron vigente la Constitución de 1980, debilitando su promesa de cambio. A esto se suma el deficiente cumplimiento de varias promesas programáticas, especialmente en materia de pueblos indígenas, cultura, defensa y reformas institucionales, ampliando la brecha entre expectativas y resultados.

Las principales críticas ciudadanas se centraron en la seguridad y la economía. Chile enfrentó un aumento de los delitos violentos y el crimen organizado, con crisis especialmente visibles en el norte por la migración irregular y en la Macrozona Sur por la violencia rural. En paralelo, la recuperación económica fue más lenta que en otros países de la región, con bajo crecimiento, estancamiento de la inversión y rezagos en el empleo formal, lo que reforzó la percepción de un escenario adverso para la inversión.

Del Rey de España al “Caso Pactos”

En el registro de las polémicas, la figura de Boric estuvo marcada desde el principio por su relación con España. En marzo de 2022, en un programa de televisión, el presidente calificó de “inaceptable” que su ceremonia de investidura se hubiera retrasado por la llegada del rey Felipe VI, afirmación que luego fue matizada por La Moneda, mientras la Casa Real española negaba ser responsable del retraso. El episodio abrió un primer flanco diplomático con Madrid y generó una cobertura muy crítica en parte de la prensa española.

Los principales reveses del Gobierno se concentraron en el área de seguridad y gestión política. La fallida dirección inicial de Interior, encabezada por Izkia Siches, con Errores en temas migratorios y conflicto mapuche.Estableció tempranamente la percepción de inexperiencia. A esto se sumaron los indultos presidenciales a condenados por delitos vinculados al estallido social y a un exmiembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), organización guerrillera, así como la entrega de pensiones de gracia a personas con antecedentes graves, lo que reforzó la narrativa de un Ejecutivo indulgente con la violencia y desordenado en la asignación de beneficios.

En política exterior y probidad, la administración enfrentó múltiples crisis. Fuga de audio en Cancillería, tensiones diplomáticas con embajadores políticos por polémicas declaraciones, fricciones con gobiernos como Estados Unidos, Israel, Argentina, el intento de compra de la casa de Salvador Allende con conflicto de intereses, el robo de equipos del Ministerio de Desarrollo Social y otros episodios de mala gestión profundizaron la percepción de desorden interno.

El momento más crítico fue el estallido del “Caso Pactos”, escándalo que reveló irregularidades en la transferencia de recursos públicos a fundaciones privadas vinculadas a partidos oficiales, realizarse mediante acuerdos directos y sin procesos de licitación. Este caso impactó directamente al Frente Amplio y provocó la salida de figuras claves como Giorgio Jackson, erosionando el discurso de superioridad moral con el que se había identificado el oficialismo.

En 2025 se sumó otra crisis con el caso del Subsecretario de Gobernación, Manuel Monsalve, quien tras ser acusado de delitos sexuales, fue puesto en prisión preventiva. La cuestionada defensa inicial tanto del presidente como de su equipo ministerial generó un intenso debate público sobre los estándares de probidad, el manejo de la crisis institucional y la coherencia del discurso gubernamental sobre los derechos de las mujeres.

En conjunto, estas controversias moldearon la imagen internacional de un Gobierno con impulsos transformadores, pero con una política errática y amateur, además de falencias en el profesionalismo institucional.

Lo que suceda en las elecciones presidenciales de 2025 dirá si el ciclo de Boric será recordado como un ensayo fallido de un cambio de época o como un eslabón intermedio en la recomposición de una izquierda chilena que, después de haber reivindicado una superioridad moral generacional, ha tenido que enfrentar sus propias sombras.



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