Habrá algunas que no veré jamás en mi vida
![Habrá algunas que no veré jamás en mi vida](https://ultimasnoticias.agency/wp-content/uploads/2025/02/bc030a0b-673e-49aa-8fa3-51e88e8f0d74_16-9-discover-aspect-ratio_default_0-770x470.jpg)
A medida que pasan los años, la casa de Christian Félix, en Granada, comienza a parecerse a uno de esos videoclubs de los 2000 en España, como aquel que regentaba Paco en Aquí no hay quien viva. En el domicilio del granadino, que nada tiene que ver con la calle Desengaño, alberga más de 30.000 películas en formatos VHS, DVD, Blue-Ray y 4K que, junto a su padre, comenzó a recopilar con apenas unos años de vida. “Mi afición por el cine es gracias a él que, desde bien pequeño, me llevaba por los kioscos a comprar las colecciones que iban saliendo”, cuenta orgulloso. La primera fue Dragon Ball, que adquirió junto a los cómics del manga homónimo: “Luego seguí yo por mi cuenta, pero él fue quien sembró la semilla”. En la actualidad, reparte su patrimonio entre la vivienda de sus padres y la suya propia, donde viven también su mujer y sus dos hijos. “Las de mejor calidad las tengo yo. Almacenar todas implicaría sacar a mi familia a la calle”, bromea. En un futuro, sueña con materializar su objetivo y disponer de una sala propia en la que proyectar su recopilación.
La colección de Christian Félix asciende a 30,128 películas. / CEDIDA
En su día a día, Félix trabaja como divulgador científico en el Parque de la Ciencia de Granada y, pese a tener otras aficiones como el manga o el anime, se ha limitado a reunir este tipo de filmes a lo largo de toda su vida. “No tengo otros vicios, ni fumo, ni bebo, mi hobby es este”, confiesa. Al echar la vista atrás, The Cine Collector, su nombre en redes sociales, se acuerda de cómo durante su etapa estudiantil, prefería quedarse en su cuarto viendo un largometraje antes que ir a las excursiones que organizaba el colegio: “Recuerdo que mi madre me compraba la que quería con tal de no salir de casa y, como me gustaba tanto el formato físico, me lo permitían”. Si bien sabe que ha desembolsado mucho dinero en esta colección, prefiere no hacer cuentas y calcular el total. “Me moriría. Lo máximo que he llegado a pagar son 120 euros por una edición especial”, añade. No siempre es así pues, con el paso de los años, ha sabido encontrar verdaderas reliquias a un precio irrisorio: “En épocas de rebajas es cuando se pone interesante para coger todo lo que me falta”. El Corte Inglés, las tiendas de segunda mano y plataformas como Amazon, completan la lista.
De Gladiator a Memento
“No hay mucha variedad, aunque al menos, aún mantienen esa sección de cine”, lamenta. Durante su infancia, este tipo de películas estaban en todos lados, incluso en el supermercado: “Antes la gente iba a Carrefour y al hacer la compra, se llevaba un CD para los niños, entonces tenían una venta extra. Desde que quitaron las versiones físicas de las tiendas, ya no se compra por comprar”. La escasez de puntos de venta no es proporcional al número de coleccionistas que, como Christian, buscan la forma de seguir haciéndose con estos clásicos. “Somos muchos. De hecho, cuando sacan una tirada muy corta de alguna edición, de 3.000 ejemplares, por ejemplo, se agotan al momento”, dice. Él las consigue para consumo propio, pero existen otros clientes que buscan lucrarse económicamente y las revenden a precios desorbitados: “Aun así, se venden todas”. Los recolectores como él se comunican entre sí a través de aplicaciones tales como Telegram, donde se producen intercambios, ventas o, simplemente, información. “Conozco a gente que tiene alrededor de 3.000 o 5.000 ejemplares, pero nadie 30.000”, reconoce orgulloso.
Christian Félix trabaja como diseminador científico en Granada / CEDIDA
La clave del éxito a la hora de ostentar un título como este recae en no revender parte de su repertorio, aun teniendo la misma producción en las cuatro formas o varias versiones. “A lo mejor hago mal, pero no me gusta trapichear por cinco euros para hacer un envío”, explica. Su esfuerzo por mantener su colección intacta durante tanto tiempo, parece estar dando sus frutos. Félix posee largometrajes que han sido censurados o, simplemente, descatalogados, como Memento en su versión hispana: “No se puede conseguir, es una reliquia y una de las joyas de mi muestra. De los trabajos de Christopher Nolan, es el único que no ha vuelto a distribuirse”. El andaluz guarda especial cariño a Gladiator, la primera película con la que se hizo en DVD hace décadas. A día de hoy experimenta la misma sensación que hace 30 años cada vez que abre un nuevo film: “Con ella compré mi primer reproductor DVD y supuso un salto de lo analógico a lo digital”. Por otro lado, su última adquisición ha sido Beetlejuice Beetlejuice, la comedia de terror dirigida por Tim Burton, lo que demuestra que los soportes físicos siguen estando vivos. Al menos, para unos pocos.
Pasión por lo antiguo
Catalogadas en su totalidad, el divulgador conoce las más de 30.000 piezas que guarda entre su casa y la de sus padres. No solo eso, sino que, además, conoce de memoria todos aquellos títulos que faltan en sus estanterías y que ya se han estrenado en las carteleras de nuestro país. “Tengo la gran mayoría de proyecciones que han pasado por los premios Goya en todas sus ediciones, excepto algunas de esta última, que todavía no están en formato físico y hay que verlas en plataformas”, asegura. No siente predilección por un género en concreto, a diferencia de su padre, que educó a un joven Christian en la pasión por el cine de acción. Sus preferencias tienen más que ver con la fecha de publicación, pues el granadino siente devoción por el arte antiguo: “Creo que guarda más mérito por la manera en la que se ingeniaban las cosas, hay algunas con fotografía excelente y eso les aporta un valor incalculable”. Entre sus favoritas, la primera trilogía de Star Wars, rodada tal y como se estrenó en la gran pantalla.
Christian Félix mantiene su colección de películas en la casa de sus padres. / CEDIDA
“Se nota que no han pasado por la edición de ordenador posterior y verlo de esta forma es un milagro”, señala. Un milagro que, con suerte, podrán ver también sus hijos dentro de unos años. Es en ellos, precisamente, en quien Félix confía con el fin de que su colección no caiga en el olvido ni termine extraviándose. “En la sociedad en la que estamos, intento inculcarles esta afición para evitar que lleguen a descarrilarse. Lo idóneo sería que la mantuvieran”, manifiesta. Consciente de que hay películas que no podrá ver hasta pasada su jubilación, para el científico es una satisfacción seguir sumando metrajes: “Habrá algunas que no veré jamás en mi vida. No puedo ver todo lo que compro porque no tengo tiempo. Cuando esté menos ajetreado las veré todas las que pueda del tirón”. Tampoco sabe qué hará en el momento en que la capacidad de los armarios de su casa no de más de sí. Lo que tiene claro es que seguirá adquiriendo todos aquellos lanzamientos que llamen su atención para que su nombre siga apareciendo en Google cada vez que alguien pregunte por la mayor colección de cine en España.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí