La avalancha de regalos en Navidad dispara el síndrome del niño hiperregalado y preocupa a los expertos
La imagen más repetida en estas fechas se resume en montañas de paqueteslistas interminables y niños que apenas siguen el ritmo para abrir lo que reciban. En sólo dos semanas, muchos mineros acumulan hasta una docena de regalosuna dinámica que, lejos de aumentar la ilusión, acaba provocando la llamada síndrome del niño superdotadoun fenómeno cada vez más observado por padres y profesionales.
Pierden valor
Los expertos advierten que esta sobreexposición a estímulos acaba generando efecto opuesto al deseado. En lugar de disfrutar de cada juguete, los niños pequeños pasan rápidamente al siguiente, casi sin mirar dentrosin valorar lo que tienen en sus manos. “Llegan a un punto en el que no prestan atencion a nada», explican algunos padres.
La consecuencia más obvia es que los regalos perder su valor simbólico. Los niños saltan de un paquete a otro. sin parar en ninguno. A veces, dicen los profesionales, el menor se divierte más con la caja que con la propio jugueteseñal de que la avalancha los ha vencido y de que han transformado el gesto de abrir un regalo en unacción mecánicacasi automático. “La abren por abrirla”señalan, prueba de que el consumo acelerado reemplaza la experiencia emocional.
Pérdida de ilusión
Pero el problema no se limita a pérdida ocasional de ilusión. La sobreabundancia, señalan los psicólogos, emocionalmente saturado y dificulta que los niños desarrollen habilidades como esperar, gratitud o autocontrol. Teniendo tanto y tan rápido, no hay lugar para la valoración, saborear o tratar lo recibido, algo fundamental para su bienestar emocional.
Para evitar caer En este síndrome, los expertos recomiendan centrarse en la calidad y no en la cantidad. una carta a los Reyes Magos o Papá Noel restricciónsin numero una infinidad de deseoses una de las medidas más efectivas. ellos ofrecen priorizar los regalos que ofrecen experiencias, fomentar la creatividad o favorecer el juego compartido, en contraposición a la acumulación sin sentido.
Lo principal, subrayan, es redescubrir el verdadero espíritu de estas fechas. La Navidad debería ser una época para compartir, experimentar y crear recuerdosNo es una carrera para acumular objetos. Porque al final, el la felicidad no esta en lo materialpero en todo lo que no cabe en un paquete: tiempo en familia, atención, cariño y experiencias que perduran.
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