la frase de la filosofía que todo el mundo malinterpreta


Vivimos en tiempos inciertos. Aunque el progreso es innegable, incluso si la medicina puede salvarnos de las enfermedades más terribles y cuando ocurren desastres salimos a las calles para ayudar, seguimos temiendo el deterioro de la sociedad. “Volvamos”, se escucha sin mucha resistencia en cualquier bar.
La desconfianza es generalizada. Y para entender por qué, no nos queda más remedio que hacer un pequeño viaje al pasado, a la historia de la civilización y a la razón para entender lo que dijo un poeta romano hace más de 2000 años. «Homo homini lupus“El hombre es un lobo para el hombre.
El hombre es un lobo para el hombre.
La expresión es explícita. Cuando Plauto se sentó a escribir su comedia asinarionada ha causado mayor terror en el hombre, como esta criatura que acecha en las sombras, y que podría llevarse vuestro ganado, a vuestros hijos en sus fauces e incluso podría atacaros. El lobo era la representación del mal, de lo salvaje, de lo peligroso.
Sin embargo, y lo vemos más claramente que nunca en nuestras ciudades con edificios de gran altura, No hay nada más peligroso para el hombre que otro hombre.
Somos el animal más inteligente, el depredador por excelencia en la naturaleza. Ninguna otra criatura puede superarnos, no por nuestra fuerza, sino por nuestra inteligencia. Nosotros creamos las armas. Nosotros inventamos el terror.
Pero nuestra racionalidad no nos hace olvidar el instinto. La bestia que vivía en cuevas y atacaba a sus enemigos con palos todavía vive dentro de nosotros. ¿Cómo podemos entonces controlar al lobo que vive en cada ser humano?
controlar a la bestia
La filósofa Victoria Camps dedica un capítulo de su libro, La sociedad de la desconfianzapara abordar la cuestión de civilización. Porque es esta palabra, y no otra, la que controla a la bestia.
Nobert Elias nos cuenta en El proceso de civilización.publicado en la primera mitad del siglo pasado. La civilización no es más que una serie de los hábitos que necesitamos aprender para llevarse bien. estos se aprenden a través del autocontrol que la comunidad nos inculcafamilia y escuela.
Como un temible pitbull al que le enseñan a ser dócil, el ser humano se ajusta a una serie de reglas que llamamos civilización, y así doma a la bestia.
Esta misma idea es retomada por Freud en El malestar culturalen el que introduce otra palabra clave para dominar al lobo: el cultura. Es cultura, entendida como todo aquello que hace que el ser humano se doblegue para facilitar su inclusión en la sociedad. El psiquiatra se mostró pesimista sobre lo que implicaba esta sumisión a la cultura. Para él, “El juicio sobre el progreso de la cultura radica en la pérdida de la felicidad por el aumento del sentimiento de culpa”.
El ser humano está condenado a la insatisfacción de sus deseos, que debe someter al dominio de las buenas costumbres, la civilización y la cultura. Entonces, ¿por qué nos dejamos domesticar?
El sometimiento de la bestia
El filósofo Immanuel Kant creía que la sumisión a la civilización se daba originalmente mediante la sumisión a la fe. Pero en su época, la de la Ilustración, el temor de Dios fue sustituido por la razón. Sin embargo, asegura que “Con una madera tan torcida como la de la que está hecho el hombre, nada se puede enderezar”. demostrando así su poca confianza en el progreso.
Por su parte, Thomas Hobbes destaca que para que el hombre pueda someterse a la civilización es necesario un Estado firme. Esto se refleja en Leviatándonde nos explica que el hombre está dominado por competencia, desconfianza y gloria. Éstas son las tres razones por las que el hombre se convierte en lobo para el hombre. Y la única manera de dominar a la bestia es Colocar un Leviatán entre hombre y hombre.un poder central que garantice el orden y la seguridad.
Los filósofos modernos, sin embargo, apuestan por lo que llaman “el contrato social”. En otras palabras, una vez establecido este Leviatán, nos sometemos a él de forma voluntaria y libremente aceptada. “Lo aceptamos”, escribe Victoria Camps, “porque tenemos miedo, porque conviene al instinto de supervivencia, incluso al confort que ofrece una vida ordenada, organizada y estable”. Aceptamos someternos a la ley porque La alternativa es enfrentarse al lobo.
El lobo camina libremente.
El sentimiento general actual se ha vuelto amargo. Estamos insatisfechos, enojados, desconfiados, desesperanzados. Y es que quienes nos gobiernan también son lobos para el hombre, y sin una pluma que los someta a la civilización, parecen tener tiempo de sobra para atacar a mordiscos y hacer eso. “guerra de todos contra todos” de lo que nos habla Hobbes en su Leviatán.
La democracia parece haber entrado en una crisis desesperada, para la que Victoria Camps echa un salvavidas La sociedad de la desconfianza. Cita a Daron Acemoglu y James A. Robinson, economistas recientemente ganadores del Premio Nobel, que desarrollaron La teoría del “Estado encadenado”.
En resumen, lo que los autores nos proponen es que «un Estado no despótico es un Estado que tiene una sociedad cooperativa que se organiza, participa y exige rendición de cuentas hacia sus dirigentes», escribe Camps. Sin esta relación no caemos en la desconfianza, el lobo anda libre.
ENTONCES, Es más importante que nunca redescubrir el espíritu cooperativounámonos y convirtámonos en el redil de Leviatán. Así, la ley controla a los ciudadanos, y los ciudadanos controlan la ley, encontrando el delicado equilibrio entre Estado y sociedad. Porque “si no hay confianza, los ciudadanos ignoran el poder político y el activismo social imprescindible para el control estatal no se produce”, explica Camps.
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