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la historia de un pueblo que se unió cuando se ahogaba

la historia de un pueblo que se unió cuando se ahogaba
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  • Publishedoctubre 29, 2025



«No hubo ninguna laguna de información.. Lo del bloqueo de información no existía. Los técnicos nunca restaron importancia a la situación. Si desde la primera hora se escribía que era muy grave, Lo incomprensible es que hayan tardado más de tres horas en tomar decisiones«. Estas son las palabras de José Ángel Núñez, jefe de Climatología de la AEMET en la Comunidad Valenciana. Las pronuncia un año después. Doce meses desde aquella DANA Eso cambió todo.

Ese 29 de octubrevivió la comunidad valenciana una noche imposible de olvidar. Lluvias torrenciales, calles convertidas en ríos, coches flotando, casas tragadas por el agua… y 229 personas que nunca regresaron a casa.

Pero entre tanta oscuridad, surgió una luz. Una fuerza colectiva que unía a desconocidos, vecinos, amigos y desconocidos. nació el ‘comboi’ de la solidaridad.

Advertencias que algunos sí escucharon

Porque no todos fracasaron ese día. Hubo quienes creyeron las advertencias.: los meteorólogos de À Punt, algunos ayuntamientos, la Diputación de Valencia, Medio Ambiente… incluso el Embajada de Japón.

Reaccionaron a tiempo. Pero luego, cuando el agua estalló sin control, los protocolos ya no fueron suficientes. Luego vino lo más importante: reacción humana.

Vecinos que se convirtieron en héroes

Eran las 9:20 pm El agua corría con fuerza por las calles, llevándose autos, muebles, vidas. Y aunque las sirenas no paraban de sonar, seguían los propios vecinos que se lanzaron a rescatar a otros.

En la calle San Eusebio de Albal (Valencia), un grito rompió el ruido del agua. Lucía, desde su ventana, vio a luis siendo arrastrado por la corriente. Y sin pensarlo, gritó pidiendo ayuda. En cuestión de segundos, se encendieron las linternas, se abrió una puerta y alguien dejó caer una cuerda desde el primer piso. María y Salva tiraron con todas sus fuerzas. Juntos lograron escalarlo. Le salvaron la vida.

Cuando el coraje prevaleció sobre el miedo

las imagenes de la hogares de ancianos Fueron muy duros. El agua subía sin parar y los trabajadores, uno tras otro, llevaban a los ancianos, llevándolos al segundo piso. Sin gritos. Eterno. Sólo con coraje.

Y también hay José. Intentando tapar la puerta de su casa con tablas y toallas para que no entrara el agua. No lo entendió. pero si logró sacar a su madreLlévala a un lugar seguro y quédate afuera, empapada, pero tranquila: estaba a salvo.

El puente que ya es un símbolo

Y luego llegó el día siguiente. El silencio. El barro. El olor a humedad y miedo. Y, poco a poco, la marea de ayuda.

Miles de personas cruzando el mismo puente, cargado con baldes, escobas, trapeadores, comida. Vecinos ayudando a vecinos. Ese puente hoy Tiene otro nombre: «El Puente de la Solidaridad». Y su imagen, con miles de personas caminando juntas, se ha convertido en un símbolo de lo que somos capaces de hacer juntos.

Doce meses después, el dolor sigue ahí. Se reparan las heridas materiales. Los demás, los del alma, tardarán más. Pero hay algo que nadie podrá borrar: la memoria de un pueblo que se unió. Porque cuando el agua destruyó todo, el ‘comboi’ de la solidaridad lo llenó de vida.

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