REY JUAN CARLOS | Las frases más explosivas del rey Juan Carlos: la «insensibilidad» de Felipe VI, el desprecio a Letizia y el «error grave» de Corinna
En puertas de la publicación (el 5 de noviembre en Francia y en diciembre en España) del esperado y temido libro de memorias de Juan Carlos I, el rey emérito ha decidido conceder una entrevista desde Abu Dabi al diario francés ‘Le Figaro’ donde reivindica su papel en el proceso de la transición democrática española y aborda cuestiones como el 23-F, sus relaciones con mandatarios extranjeros y su autoexilio, aunque orilla sus escándalos judiciales y fiscales. Otros medios franceses, como ‘Le Monde’ y ‘Le Point’, han avanzado algunos extractos de las memorias que contienen afirmaciones auténticamente explosivas sobre su trayectoria y sus relaciones familiares.
[–>[–>[–>A continuación, reproducimos las principales frases de la entrevista de Juan Carlos I a ‘Le Figaro’ y de los extractos del libro publicados en la prensa francesa:
[–> [–>[–>[–>[–>[–>-«Ninguna guerra ni ningún proceso judicial me obligó a hacerlo. Ante la presión de los medios de comunicación y del Gobierno, tras revelarse la existencia de una cuenta bancaria que tenía en Suiza y acusaciones completamente infundadas de comisiones, decidí marcharme para no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona, ni a mi hijo en el ejercicio de sus funciones como soberano«.
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-«Busqué un lugar donde los periodistas de mi país no pudieran encontrarme fácilmente. ¡La última vez que vino un periodista español, las autoridades locales lo metieron en la cárcel! Tuve que intervenir para sacarlo».
[–>[–>[–>-«Pensé que me iría como máximo unas semanas, para estar fuera del foco mediático y permitir que la justicia española y suiza llevaran a cabo sus investigaciones con total tranquilidad. Nunca imaginé que cinco años después, dos de los cuales sin haber vuelto a ver mi país, seguiría en Abu Dabi».
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-«Verse obligado al desarraigo y al aislamiento al final de la vida no es fácil. Estoy resignado, herido por un sentimiento de abandono. No puedo contener la emoción al pensar en algunos miembros de mi familia para quienes ya no importo, y especialmente en España, que tanto echo de menos. Hay días de desesperación, de vacío».
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[–>-«Vivo sin perspectivas, sin la certeza de poder volver a vivir en mi país. Aunque todos los procesos legales han sido desestimados y no se me ha imputado nada, sigo en pie contra viento y marea. Por instinto de supervivencia, por fuerza de carácter».
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-«A pesar de mis problemas de movilidad que me aquejan y de los numerosos intentos de desacreditarme, desde mi nacimiento no he sido dueño de mi destino. Aún debo acatar los deseos de la Casa Real y del Gobierno actual. En última instancia, mi vida habrá sido dictada por las exigencias de España y el trono. Di libertad a los españoles al establecer la democracia, pero nunca pude disfrutar de esta libertad. Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por obligación, y mis supuestos amigos han desaparecido, me doy cuenta de que nunca fui libre».
[–>[–>[–>-«Mi hijo me dio la espalda por sentido del deber. Entiendo que, como rey, deba mantener una postura pública firme, pero sufrí su insensibilidad. Tuvimos una conversación [en la Navidad de 2020] encerrados en el silencio de la incomprensión y del dolor».
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-«Mi hijo, al enterarse de mi repentina partida, me llamó. Ya estaba en el avión. ‘¿Adónde va, jefe? ¿A Londres?‘. Me llaman ‘jefe’. No creo tener un carácter autoritario, pero sin duda refleja la organización piramidal de la Casa Real y la familia. Como muestra de respeto, mi hijo me llama así, aunque en privado sigo siendo ‘papá’. ‘No, a Abu Dabi‘. ‘Cuídese‘. Este fue nuestro último encuentro cara a cara antes de muchos meses separados. La Casa Real hizo pública entonces la carta privada que le había dirigido. La había dejado en su escritorio antes de irme. Todavía suscribo cada palabra».
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-«Soy consciente de haber decepcionado, tengo muchas debilidades. Confié en empresarios que me presentaron y de ceder a lo que ahora percibo como presión, hasta encontrarme en medio de un embrollo financiero que se me escapaba de las manos. Fui cegado por un cierto séquito malévolo».
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-«Me van a atacar [por el libro], tengo que comprar un escudo. «Espero que sirva para exorcizar nuestros demonios, que están regresando».
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-«Tengo la sensación de que me están robando la historia de mi vida. Se ha dicho mucho sobre mí, pero también muchas mentiras y exageraciones, así que quise contar mi historia, mi versión, desde el corazón. Y hablar de todos los temas con sinceridad».
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-«Fue un grave error [haber aceptado el regalo de 100 millones de dólares del rey Abdulá de Arabia Saudí]pero todos los procedimientos legales han sido desestimados y no me han acusado de nada«.
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-«Esta relación fue un grave error del que me arrepiento profundamente. Puede parecer trivial; muchos hombres y mujeres han sido cegados hasta el punto de no ver lo evidente, errores de juicio nacidos del amor y la amistad. En mi caso, tuvo un impacto perjudicial en mi reinado y mi vida familiar. Deterioró la armonía y la estabilidad de estos dos aspectos esenciales de mi existencia, lo que finalmente me llevó a tomar la difícil decisión de abandonar España. Manchó mi reputación ante los españoles. En esta cacería humana, fui presa fácil. Pero esta debilidad es la de un hombre. Nunca ha interferido con mis preocupaciones como rey por su país».
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«Tengo un desacuerdo personal [con Letizia]. No contribuyó a la cohesión de nuestras relaciones familiares.«.
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-«Que tenga seguridad en sí misma, que cumpla con su deber con simpatía y amabilidad, que sea la garante del respeto a la Constitución Española».
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-«El jefe de la Casa Real y el jefe de comunicaciones me instaron a disculparme en cuanto salí de mi habitación en el hospital. Sabía que tenía que enmendar el daño. Quizás no había elegido las palabras adecuadas ni las circunstancias adecuadas. En tiempos de crisis, es difícil complacer a todos. Algunos pensaban que un rey no debía disculparse. Otros, que no había hecho lo suficiente. Tenía que demostrarles a los españoles que era consciente de la gravedad de la situación. ¿Sería capaz de reparar el vínculo que me había unido a ellos durante más de 35 años?».
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-«Las encuestas habían caído drásticamente desde mi accidente en Botsuana en 2012. Los reyes tienen el privilegio de tener una perspectiva a largo plazo de los acontecimientos, a diferencia de los políticos, que dependen de las elecciones y la volatilidad de la opinión pública. Sabía que, durante dos años, ya no contaba con la unanimidad popular. Tras 39 años de reinado, la proporción seguía siendo aceptable.
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«Desde 2008, el país venía pagando las consecuencias de una crisis económica sin precedentes. Y también de una crisis moral. Durante ese tiempo, luchaba conmigo mismo y con este cuerpo que me traicionaba. De ninguna manera iba a aparecer en público con uniforme militar, en silla de ruedas, ni siquiera con muletas, para inspeccionar a las tropas«.
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-«¡La democracia no cayó del cielo! Dudé en escribir este libro, pero poco a poco me di cuenta de que los hijos y nietos de mis amigos no tenían ni idea de quién era Franco ni de la transición democrática que siguió. ¡Y eso que los años 70 no están tan lejos! Pensé que era necesario aportar el testimonio directo de lo que viví durante 39 años al servicio de mi país».
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-«¿Por qué mentir si fue él [Franco] quien me hizo rey y, en realidad, Lo hizo para crear un régimen más abierto.?
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-«Tras 40 años de dictadura, le di a los españoles una democracia que sigue viva; es mi legado«.
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-«Lo único que me dijo y me repitió mi padre es: ‘debes hablar y escuchar a quienes no están de acuerdo contigo’. Yo tenía una brújula, pero no tenía un plan«.
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-«Era una época en la que la izquierda, y en particular el Partido Comunista, respetaba las instituciones del Estado… Lamento que se haya perdido cierto espíritu político, al que se denomina ‘el espíritu de la Transición’, en detrimento de España y de sus intereses».
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-«Somos frágiles porque no hemos sido una monarquía constitucional durante mucho tiempo. Es más fácil destruir una democracia que construirla«.
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-«Unos dos meses antes del famoso 23 de febrero de 1981, mi padre cenó con el general Milans del Bosch en casa de su fiel amigo, Luis de Ussia, conde de Gaitanes, quien se había convertido en su secretario privado. Un encuentro amistoso sin segundas intenciones. ‘¡Antes de retirarme, sacaré los carros de combate a la calle!‘, le había dicho el general con aplomo. Sinceramente, cuando mi padre me lo contó, lo tomé a broma. Probablemente debería haberlo tomado en serio».
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-«Sabía que el descontento se gestaba en el cuartel. Algunos soldados se atrevieron a llamar públicamente «traidores» a miembros del gobierno,en primer lugar a Adolfo Suárez y a su ministro de Defensa y vicepresidente, el general Gutiérrez Mellado, pero estaba lejos de imaginar que se estaba gestando un golpe de Estado. Los partidos políticos también conspiraban, buscando el poder. Estábamos atravesando una crisis que me preocupaba. Ya no tenía poder ejecutivo para actuar. Solo podía escuchar y advertir. Entonces, ocurrió lo impensable».
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-«No hubo un golpe, sino tres golpes. El golpe de Tejero, el de Armada y el de los políticos cercanos al franquismo. Alfonso Armada estuvo 17 años a mi lado. Le quería mucho y me traicionó. Convenció a los generales de que hablaba en mi nombre».
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-«Durante dos años, tuve todos los poderes. El poder de indultar o refrendar la pena de muerte. No tuve que hacerlo, gracias a Dios, porque en aquella época, si hubiera dicho que no, los generales me habrían derrocado».
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-[A Javier Cercas, por su libro ‘Anatomía de un instante’] Le dije: ‘¿Cómo puedes creer que estuve involucrado?‘».
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