Trump desencadena la guerra comercial con sus aranceles a México, China y Canadá

La nueva era del proteccionismo comercial en Estados Unidos está formalmente en marcha. Este martes han entrado en vigor los aranceles inicialmente aplazados por la Casa Blanca a las importaciones desde México y Canadá, a lo que se ha sumado un incremento de las tasas arancelarias a los bienes procedentes de China. Los tres países afectados son los mayores socios comerciales de Washington, el origen del 41% de las mercancías que los estadounidenses compraron fuera de sus fronteras el año pasado. Tanto China como Canadá no han tardado en imponer contramedidas, mientras que México las anunciará el domingo. Los mercados han reaccionado con fuertes caídas a los primeros compases de esta guerra comercial, llamada a alcanzar una dimensión global si Donald Trump cumple con su promesa de hacer lo propio con la Unión Europea (UE) y cualquier país que tase las exportaciones de EEUU.
El cambio de paradigma no es baladí. Durante décadas Washington fue el principal abanderado del libre comercio, un modelo que impuso con agresividad en muchas partes del mundo con grandes réditos para sus multinacionales y la proyección de su ‘poder blando’. Pero a medida que la globalización comercial fue dejando también a sus perdedores por el camino, contribuyendo a la desindustrialización estadounidense, el modelo fue ganando detractores. Trump comenzó a abrazar el proteccionismo durante su primera presidencia, aunque por entonces sus aranceles fueron en gran medida selectivos, centrándose en el acero, el aluminio, las lavadoras o los paneles solares. El demócrata Joe Biden mantuvo esa misma senda, pero ahora todo se dispone a alcanzar dimensiones insólitas en varias décadas con el tráfico de fentanilo como pretexto.
Los nuevos aranceles de Trump, que acusa a sus socios comerciales de no prevenir el tráfico de la droga que hace estragos en su país, son esencialmente a granel. No distinguen entre mercancías, con la excepción del petróleo, el gas y sus derivados. Un 25% para todas las importaciones desde México y Canadá, y un 10% adicional para las de China, que acumulan ya un 20%. En el caso de sus paneles solares, el gravamen asciende al 50% y, en el de los vehículos eléctricos, al 100%, una de las herencias de Biden.
Temores a un frenazo económico
Entre los economistas, la preocupación es máxima. Los aranceles son esencialmente impuestos que, tarde o temprano, acaban trasladándose a los precios. También afectan a los costes, los inventarios y la capacidad de la empresas para hacer planes a medio plazo. O a la seguridad del consumidor a la hora de hacer determinados desembolsos. Y aunque Trump aspira a reequilibrar las balanzas comerciales, incrementar la recaudación fiscal para reducir el déficit público e incentivar a las empresas para que trasladen su producción a EEUU, la mayoría de economistas discrepan.
El consenso sostiene que relanzarán la inflación y frenarán la actividad económica, ya de por sí en peligro debido a los despidos masivos en el Gobierno federal, los recortes del gasto público o las restricciones a la migración. «La decisión temeraria de hoy de la Administración estadounidense empuja a Canadá y EEUU hacia la recesión, la pérdida de empleos y el desastre económico», ha dicho la presidenta de la Cámara de Comercio canadiense, Candace Laing. Las economías de los tres países norteamericanos están tan integradas que se esperan serias disrupciones en las cadenas de suministros. O, simplemente, «el caos», en palabras de ‘The Wall Street Journal’, una de las biblias del libre comercio.
Particularmente en productos como los automóviles, que se producen con múltiples viajes de ida y vuelta entre los tres países. «Tendrá un impacto masivo en nuestra industria, que hará que se evaporen miles de millones de dólares en beneficios», dijo el mes pasado el ejecutivo jefe de Ford, Jim Farley. Sus acciones llegaron a caer durante la jornada un 7%; las de General Motors, un 14%; las de la alemana BMW, un 5%.
Respuesta de Canadá y China
Entre los vecinos de EEUU hay ganas de dar batalla. «Este es un momento para responder con dureza y demostrar que no habrá ganadores en una lucha con Canadá», ha dicho el todavía primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Su país ha impuesto aranceles de un 25% sobre 30.000 millones de dólares en productos estadounidenses, aunque no ha especificado todavía cuáles, y pretende extenderlos a otros por valor de 125.000 millones si Trump no da marcha atrás en 21 días. «Eres un tipo muy listo, pero esto que has hecho es muy tonto», le ha dicho Trudeau a Trump en un discurso en el que se ha referido al líder estadounidense como «Donald».
Desde México su presidenta, Claudia Sheinbaum, ha anunciado que responderá con «medidas arancelarias y no arancelarias» tras lamentar las consecuencias para toda la región. «Es inconcebible que no se piense en el daño que se va a causar», ha dicho la dirigente de Morena. También China ha expresado su «descontento», que se traducirá en aranceles para la ganadería y la agricultura estadounidense: un 15% para importaciones como el pollo, el trigo y el maíz, y un 10% para la soja, lácteos, frutas o carne de cerdo y vacuno, informa Adrián Foncillas desde Pekín.
Esa espiral de medidas y contramedidas, unidas a los planes de Trump para extender su guerra comercial a otras latitudes, esboza un horizonte muy complicado para el mundo. La Cámara de Comercio Internacional ha advertido que si esta espiral no se frena en los próximos meses la economía mundial podría experimentar una debacle similar a la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado. «Nuestra gran preocupación es que este sea el inicio de una espiral cuesta abajo que nos lleve a una guerra comercial como la de 1930″, ha dicho su secretario general adjunto, Andrew Wilson. Por entonces, los elevados aranceles impuestos por EEUU contribuyeron al ‘crash’ de la economía mundial, que, entre otras cosas, arrasó con casi un tercio de los empleos en el mundo.
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