Trump saca el foco de Irán y acelera para aprobar su ley fiscal antes del simbólico 4 de julio
El lunes, poco después de anunciar un acuerdo de alto el fuego entre Irán e Israel, y horas antes de emprender viaje a La Haya para participar en la cumbre de la OTAN, Donald Trump colgaba unos mensajes en Truth Social urgiendo a los republicanos en el Congreso a unirse y aprobar la propuesta de ley fiscal y de inmigración y defensa que ha bautizado como “One Big Beatiful Bill”, una, grande y bella.
Esa es la gran prioridad legislativa de Trump, para cuya aprobación marcó como objetivo la simbólica fecha del 4 de julio. Le ha obligado a pisar el acelerador para tratar de alcanzar esa meta autoimpuesta. Y su campaña se intensifica por partida doble.
Por un lado el presidente realiza actos públicos, como uno este jueves en la Casa Blanca, con el que intenta cambiar la percepción pública sobre una propuesta de ley que, según encuestas como una de mediados de este mes, tiene mucha más desaprobación (59%) que aprobación (38%). Por otro lado, mantiene frenética actividad en privado, con reuniones y llamadas a Capitol Hill en las que está presionando a legisladores republicanos con reticencias para que las abandonen.
Trump deja atrás jornadas centradas en la política exterior y en especial en Oriente Próximo, sobre todo después de que el sábado sumara a EEUU a la guerra de Israel en Irán y bombardeara tres instalaciones nucleares. Da por un éxito completo esa arriesgada apuesta e incluso relaja la urgencia por volver a la mesa de negociaciones con Irán sobre su programa nuclear, según ha confirmado este jueves la secretaria de prensa, Karoline Leavitt, que ha señalado que no está cerrada una potencial reunión la semana próxima entre representantes de Washington y Teherán.
Mastodonte polémico
El foco indudable es tratar de asegurar el apoyo de los republicanos en el Congreso a esa propuesta de ley fiscal, un mastodonte con potencial transformador para EEUU. La norma plantea hacer permanentes recortes de impuestos del primer mandato, que benefician a las rentas más altas, así como elevar en 150.000 millones el presupuesto para Defensa y la misma cantidad para las políticas de Trump de frontera e inmigración.
Son parte de unos gastos monumentales que la norma plantea compensar con profundos recortes en programas sociales como Medicaid, la sanidad pública para las rentas más bajas y las personas con discapacidad, y la ayuda para alimentos.
El consenso republicano alrededor de la norma no está garantizado. El 22 de mayo la propuesta consiguió salir adelante en la Cámara Baja en una ajustadísima votación 215-214, con dos republicanos sumándose a los demócratas en oposición. Ahora le toca el turno al Senado, donde hay oposición interna al texto tal y como ha llegado desde la Cámara Baja. Con una mayoría 53-47, John Thune, el líder republicano, no puede permitirse perder más de tres votos.
Algunos de los senadores, ultraconservadores asociados al movimiento MAGA como Josh Hawley, advierten de que los recortes van a dañar profundamente a una parte del electorado que históricamente se identificaba con los demócratas pero ahora es fundamental para ellos. También hay oposición de otros como Rand Paul, libertario que no quiere elevar la dotación a Defensa y alerta de que las cuentas van a sumar a la deuda 4 billones de dólares en una década. Y otros halcones fiscales rechazan una norma que, según la Oficina de Presupuesto del Congreso, va a elevar 3,4 billones el déficit en los próximos diez años.
Presión
La Casa Blanca ha tratado de minimizar esas preocupaciones con cálculos mucho más positivos del Consejo de Asesores Económicos que contradicen los de la Oficina del Presupuesto del Congreso o de reputadas entidades como el Budget Lab de la Universidad de Yale.
A las reticencias internas, no obstante, se les ha sumado otro reto: la parlamentaria del Senado ha señalado provisiones que hay que sacar del texto si se quiere votar, como pretenden y necesitan los republicanos, por el llamado proceso de reconciliación, que les exime de necesitar 60 votos y autoriza aprobación por mayoría simple.
Acabe como acabe la norma, e Incluso si los senadores con recelos se acaban plegando a las peticiones y presiones de Trump, como ya hicieron los legisladores en la Cámara Baja, quedará hermanar las propuestas de las dos cámaras. Se anticipan sesiones maratonianas este fin de semana en el Senado y una semana próxima intensa en Capitol Hill, e incluso algunos sugieren que se podría ir más allá del 4 de julio. Lo que es difícil pensar es que los republicanos no vayan a acabar plegándose a peticiones y presiones de Trump y dándole su gran triunfo legislativo. Y el 86% de consejeros financieros de empresas sondeados por la cadena económica CNBC creen que el republicano tendrá su ley.
Suscríbete para continuar leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí