El balance va por barrios
Llega el final de año. Las tradiciones golpean nuestro letargo vacacional para situarnos como espectadores ante lo que nuestros gobernantes piensan. Los medios pelean en búsqueda de entrevistas que permitan hacer balances. Algo muy habitual en el cierre de un ejercicio. «¿Qué balance hace usted del año?»
[–>[–>[–>Seguramente los responsables de la cosa pública dirán que bueno. Y sorpresa… la oposición dirá que malo. Sánchez, Barbón y Moriyón coincidirán en su buen hacer. Por su lado, los partidos que no ocupan responsabilidad de gobierno serán críticos, alguno apocalíptico. Como todo en esta vida, la realidad nos demuestra que todo tiene sus luces y sombras. La idea de simplificar las cosas a golpe de brochazo gordo nos dibuja un cuadro monocromático carente de los matices necesarios para mejorar nuestras vidas.
[–> [–>[–>Pero lo realmente interesante, y lo que debería ocupar titulares, es el balance que las personas hacen del año. Aquí la cosa se complica. Esa lógica administrativa que reparte competencias y parece distribuir culpas de lo que no se atiende de nada nos sirve. El «y tu más» o los anuncios faraónico-extravagantes son cantos de sirena que a duras penas influyen positivamente en la vida común de las personas.
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Y sí, esto va por barrios. La renta condiciona notablemente como cerramos y valoramos nuestro ejercicio vital 2025. En una ciudad que ve duplicados niveles de renta en menos de 6 kilómetros, la desigualdad es más que notable. Muchas de esas realidades económicas precarizadas sin apenas oportunidades de verse mejoradas: hablamos de personas mayores con pensiones paupérrimas, familias monoparentales que sobreviven a duras penas o jóvenes que tienen imposible acceder a una vivienda.
[–>[–>[–>Me encantaría que esos balances que nos muestran la verdadera cara de nuestros vecinos y vecinas fueran tendencia y preocupación máxima de todos los niveles de la administración. Y lanzo un órdago. Pensemos en como estaríamos si no se hubiera hecho un esfuerzo tan meritorio a la hora de mejorar el salario mínimo, desplegar un sistema de rentas mínimas a nivel estatal o todas las medidas denominadas «escudo social» que han salvado a tantas familias durante este año.
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Como se suele decir: «al cesar lo que es del cesar». Y ese reconocimiento no obvia la crítica necesaria para seguir avanzando en una sociedad que no se convierta en barbarie o «sálvese quien pueda». Seguimos suspendiendo en muchísimas cosas, negarlo es un insulto para todas aquellas personas y familias que luchan por mantener un proyecto vital esperanzador.
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[–>Quizá el balance que importe no sea el que se hace en un despacho. Quizá el balance real se hace en un piso de 60 metros cuadrados, mirando la cuenta a final de mes, porque ahí, y no en otro sitio, es donde se mide de verdad si un año ha sido bueno o malo.
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