Nada justifica que los asturianos paguen más impuestos que nadie
Asturias avanza, aunque todavía debe hacerlo a mayor velocidad para salir de la cola del crecimiento y equipararse a las regiones más prósperas. Y nunca como ahora las arcas públicas ingresaron tanto en impuestos. ¿Una rebaja fiscal no sería en este contexto el mejor estímulo para la economía regional y una muestra de confianza en la iniciativa de los asturianos?
[–>[–>[–>La Agencia Tributaria ingresó en Asturias en 2024 más de 3.200 millones, buena parte de los cuales revirtieron en las finanzas del Principado. La cifra, un récord que ya supuso un incremento del 4,8% respecto al ejercicio anterior, acabará pulverizada este año. El Gobierno regional prevé recibir globalmente de la Administración central el próximo ejercicio 4.173 millones de euros. Jamás un Ejecutivo regional dispuso de un volumen de recursos semejante. La Consejería de Hacienda sitúa el crecimiento del PIB asturiano para 2026 en el 1,8%, ligeramente inferior al 2% con el que espera cerrar 2025. El positivo comportamiento se atribuye al aumento del empleo, con casi 400.000 cotizantes a la Seguridad Social, y al repunte de la población con la llegada de inmigrantes, que impulsan la demanda interna.
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El excepcional despegue del turismo, la creciente vocación exportadora y las fundadas expectativas puestas en la eclosión del sector de la defensa hacen prever que la tendencia al alza de los principales indicadores se consolide. También lo hará la recaudación. Que los tributos no se estén ajustando a la inflación contribuye a acrecentar el fenómeno.
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La negativa a deflactarlos dispara injustamente el nivel impositivo. Una subida encubierta, sigilosa, que ha reportado al erario español casi 14.000 millones de euros adicionales, calculan algunos especialistas.
[–>[–>[–>El repunte económico y el éxito fiscal van a propiciar una curiosa paradoja. El gobierno autonómico dispondrá de más dinero del que la normativa fijada para controlar el déficit le permite gastar, lo que obligará a sus técnicos a cuadrar la expansión de las cuentas con un delicado ejercicio de orfebrería contable.
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Fetiches ideológicos en el debate
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Todo esto ocurre cuando la diferencia de trato de los asturianos respecto al resto de españoles en los gravámenes, lejos de acortarse, se acentúa. Los asesores fiscales, quienes palpan a diario esta realidad por su trabajo, celebraron esta semana un congreso nacional en Oviedo y pusieron de manifiesto el riesgo de fuga de compañías. Los empresarios piden ayuda para continuar trabajando en Asturias. Los últimos informes sitúan al Principado como la comunidad que más esfuerzo contributivo exige no ya a los ricos, sino a las rentas bajas y medias. Pagan aquí más IRPF que nadie, aparte de otros desembolsos onerosos por Sucesiones y Patrimonio. No hay ninguna razón que lo justifique en estos momentos.
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[–>Aunque subir impuestos no es patrimonio de la izquierda, ni bajarlos de la derecha, los grandes partidos contaminan de fetiches ideológicos el debate al buscar diferenciarse. A una economía débil y justa de dinamismo como la nuestra, que necesita multiplicar exponencialmente la actividad, le sentaría de maravilla una rebaja. Insistir en ello no significa reclamar manga ancha para los pudientes, ni tampoco relegar a un segundo plano el escudo social.
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Unos servicios de calidad, una educación y una sanidad de excelencia son prioritarios. Pero para repartir recursos y sostener un generoso Estado del bienestar antes hay que generar riqueza. Aliviar la mochila del fisco a ello contribuiría, además de enviar a la sociedad regional un mensaje cargado de simbolismo: el de creer en la absoluta capacidad de los asturianos, sin dirigismos ni tutelas, para responsabilizarse del futuro, al dejar en sus manos unos fondos que invertirán mejor que nadie. Merece la pena intentarlo.
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